Desde abril de este año, la política de “tolerancia cero” que el gobierno de Estados Unidos aplica sobre la frontera sur del país desde hace años, tuvo un nuevo salto que puso al desnudo frente al mundo la perversidad y la deshumanización del sistema capitalista. Ya no hay que ir a Siria o a la Franja de Gaza para ver imágenes que desgarran, de familias desesperadas que sufren la prepotencia de las fuerzas de seguridad, niños llorando porque fueron separados de sus padres y dejados hacinados en lugares sin las más mínimas condiciones de higiene, quedando desprotegidos, como carnada para proxenetas.
Se calcula que desde el mes de abril cerca de 2.300 niños fueron separados de sus padres. La medida fue justificada perversamente como un modo de disuadir a los migrantes. Según imágenes y videos que fueron difundidos, los/as niños/as son llevados a verdaderos campos de concentración, son encerrados en jaulas en instalaciones sin condiciones para albergar niños/as y mucho menos bebes. Se hicieron públicas denuncias que hablan de que los chicos se encuentran bajo “la tutela” de personas de las fuerzas de seguridad. A través de abogados que atienden a madres de niños/as que fueron separados, se conoce que los guardias de seguridad se los llevan violentamente o a través de engaños, como que les van a dar un baño y luego los devuelven.
Los videos y audios que se hicieron públicos muestran niños llorando con desesperación pidiendo por sus padres. No saben por qué se encuentran ahí y tampoco saben qué será de ellos. Muchas de las madres que buscan a sus hijos, a través de abogados, denuncian que aún no los han siquiera localizado.
Esta operatoria bestial comienza en la frontera, los padres de los/as niños/as son apresados por las fuerzas de seguridad, procesados con cargos criminales –antes eran cargos civiles por ingresar ilegalmente al país- y enviados a centros carcelarios. El gobierno de Trump, si bien tuvo que retroceder con la medida de separar a las familias, por el enorme repudio popular e incluso internacional, pretende mantener intacta la política de “tolerancia cero” y seguirá insistiendo en la construcción del muro con México.
Republicanos y demócratas
Lo cierto es que esta política no es nueva. Distintas organizaciones de derechos humanos y de protección de la infancia, han denunciado los tratos inhumanos contra inmigrantes de todas las franjas etarias y la separación de familias es moneda corriente en la frontera de Estados Unidos desde hace décadas. En 1997 tuvo que firmarse un acuerdo, “The Flores Settlement Agreement”, que establecía que los/as niños/as inmigrantes no podían quedar detenidos mucho tiempo en campos de detención de inmigrantes. Sin embargo, la separación de sus familias es un hecho a partir del momento en que sus padres son apresados por el delito de ingresar ilegalmente al país.
A partir del extendido repudio al gobierno de Trump, comenzaron a salir sectores políticos del propio riñón republicano a reubicarse, intentando adelantarse a que estas denuncias no se transformen en una crisis imparable para el gobierno.
Los demócratas, por su parte, que hoy aparecen escandalizados, han avalado y promovido una política dura contra los inmigrantes. Durante la gestión de Obama, han sido expulsados más de 2 millones de personas y Obama ha pasado a la historia como el “deportador en jefe”.
Un sector de la burguesía, como la industria tecnológica de Sillicon Valley, critica a Trump pero no por razones humanitarias, sino que porque se nutre de la mano de obra barata extranjera.
El jueves que viene, el Congreso de Estados Unidos discutirá dos proyectos de Ley. Ambos refuerzan la política contra los migrantes.
Derrumbe capitalista
La crisis de los refugiados y desplazados es una catástrofe global. Según la ONU, en 2017 alcanzó a 68,5 millones de personas, casi un 5% más que el año anterior (La Nación, 20/6). Diariamente, 44.500 personas escapan de guerras, conflictos internos y limpiezas étnicas.
Según la ONU, en todo el mundo los refugiados que huyeron de sus países representan 25,4 millones del total. Los otros 43,1 millones son desplazados internos, con Colombia a la cabeza del ranking internacional. El 53% son menores, muchos de ellos no acompañados o separados de sus familias.
La guerra imperialista destruye países enteros y promueve las oleadas de refugiados que luego golpean las propias metrópolis capitalistas, como se ve actualmente en Europa.
La podredumbre del capitalismo desborda todas las fronteras. La lucha por el socialismo es una necesidad histórica y urgente. Debemos luchar por la organización independiente de la clase obrera en todo el mundo para terminar con este sistema que apunta a la deshumanización y pauperización cada vez más fuerte de la humanidad.
https://www.prensaobrera.com/internacionales/42916-trump-contra-los-migrantes-o-la-monstruosidad-de-un-regimen