No estara el Partido Comunista tan atado al gobierno cuando ya le ha dado primer reves.
El rescate del banco Banif provoca la primera crisis del gobierno portugués
El pasado domingo el primer ministro portugués António Costa, del PS, intervino con una ayuda de 2.255 millones de euros para frenar la caída en bolsa del banco Banif, provocando así el primer choque de gobierno entre socialistas y sus socios del PCP y el Bloco de Esquerda.Ivan Tamajón
Barcelona | @Ivan_Borvba
COMENTARIOS Facebook Twitter Compartir por Google+ Email Imprimir Versión móvil
Foto: EFE / Oliver Hoslet
Hace poco menos de un mes António Costa accedía a la presidencia del gobierno de Portugal como resultado de un pacto que se apoyaba en múltiples concesiones, sobre todo a los sectores más conservadores encabezados por el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva. Este castillo de naipes político ha tardado un mes en empezar a tambalear.
El Partido Socialista se ha encontrado entre la espada de la Troika y la pared de la deuda pública producto de la crisis económica, y su resistencia ha sido más bien nula. Hace 72 horas el ejecutivo portugués inyectó 2.255 millones de euros a las arcas del Banco Internacional do Funchal (Banif) para frenar la caída en bolsa y su devaluación.
Esta operación de rescate cobra mayor dramatismo, si cabe, debido a que se produce después de que la entidad bancaria portuguesa fuera vendida al banco Santander. El Banco de Portugal cifró la transacción en 150 millones de euros, pero asumiendo la posterior inyección de dinero público. Este salvavidas económico vendría a cubrir los “activos malos” o menos rentables, como inmuebles o inversiones en industria, aspecto importante para que el Santander accediera a la compra. Una “ganga” que borra todo riesgo en la operación para el banco Santander.
Toda esta operación relámpago se enmarca dentro de la necesidad que en el último mes ha expresado el ejecutivo de Costa para vender el banco. El próximo 1 enero entra en vigor la nueva ley europea por la cual los accionistas y depositantes tienen que hacerse cargo de las deudas de la entidad. En el caso de Banif, el gobierno de Portugal era el dueño del 60% del banco. Con esta inyección de liquidez el gobierno portugués asume de forma irremediable el aumento del déficit público, que alcanzaría el 4%, muy por encima del 2,7 % pronosticado por el Ministro de finanzas Mario Centeno.
Este rescate ha provocado que los socios de gobierno, el PCP y el Bloco de Esquerda, manifestaran su negativa a apoyar esta medida. El portavoz del grupo comunista ha apuntado que no pueden “admitir que los portugueses sean responsabilizados de la situación creada en el Banif”. De hecho matizó que en tal caso, se debería actuar en consecuencia y que el Estado se quedara con la propiedad del banco.
Por su parte, Catarina Martins, líder del Bloco de Esquerda, señaló que para no votar en contra se deberían aplicar tres medidas: la reducción de poderes del Banco de Portugal, que el Novo Banco (ex Espírito Santo) no sea vendido y continúe con propiedad pública, y que el Fondo de Resolución Bancaria pase a manos del Gobierno y no esté como hasta ahora de los bancos.
En ayuda del gobierno salió nada menos que el ex primer ministro conservador, Pedro Passos Coelho (PSD), quién señaló tras el anuncio del rescate que su gobierno “hubiera actuado igual”, y volvió a remarcar que su grupo votaría junto al gobierno “todas aquellas medidas que consideraran beneficiosas para Portugal”. Toda una declaración de solidaridad entre ajustadores.
El presidente de la República no perdió el tiempo en hacer fuego del árbol caído, afirmando que “fue (Grecia) un ejemplo de que en materia de gobernación, la realidad acaba siempre por derrotar a la ideología (...) La ideología económica solo resiste en el modo de vida de los comentadores y analistas”.
Si las concesiones del PCP y del Bloco de Esquerda hace un mes presagiaban un gobierno con políticas de continuidad al del PSD y con nula respuesta a la Troika, este primer episodio no hace más que confirmar aquella visión. El enésimo ejemplo de fallida de un proyecto que busca la gestión del maltrecho capitalismo portugués dentro de los marcos políticos de la democracia burguesa, esta vez encabezado por el PS, mientras los capitalistas siguen sin conocer la palabra crisis.
En definitiva, este acto se traduce como un guiño del nuevo ejecutivo a los inversores con el claro mensaje de que Portugal sigue siendo un mercado seguro para invertir, donde todo riesgo caerá sobre las arcas públicas, es decir, sobre las espaldas del pueblo trabajador y las clases populares.