Jorge Dimitrov, I El fascismo y la clase obrera, "La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo", Informe ante el VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935El carácter de clase del fascismo
El fascismo en el poder, camaradas, es, como acertadamente lo ha caracterizado el XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero.
La variedad más reaccionaria del fascismo es la de tipo alemán. Tiene la osadía de llamarse nacionalsocialismo, a pesar de no tener nada de común con el socialismo. El fascismo alemán no es solamente un nacionalismo burgués, es un chovinismo bestial. Es el sistema de gobierno del bandidaje político, un sistema de provocaciones y torturas contra la clase obrera y los elementos revolucionarios del campesinado, de la pequeña burguesía y de los intelectuales. Es la crueldad y la barbarie medievales, la agresividad desenfrenada contra los demás pueblos y países.
El fascismo alemán actúa como destacamento de choque de la contrarrevolución internacional, como incendiario principal de la guerra imperialista, como instigador de la cruzada contra la Unión Soviética, la gran Patria de los trabajadores de todo el mundo.
El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que esté, como se pretende, "por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesía", como ha afirmado, por ejemplo, Otto Bauer. No es "la pequeñ,a burguesía sublevada que se ha apoderado del aparato del Estado", como declara el socialista inglés Brailsford. No, el fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos.
Hay que recalcar de un modo especial este carácter verdadero del fascismo, porque el disfraz de la demagogia social ha dado al fascismo, en una serie de países, la posibilidad de arrastrar consigo a las masas de la pequeña burguesía, sacadas de quicio por la crisis, e incluso a algunos sectores de las capas más atrasadas del proletariado, que jamás hubieran seguido al fascismo si hubiesen comprendido su verdadero carácter de clase, su verdadera naturaleza.
El desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos países formas diferentes, según las condiciones históricas, sociales y económicas, las particularidades nacionales y la posición internacional de cada país. En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no cuenta con una amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los demás partidos burgueses, así como a la socialdemocracia, cierta legalidad. En otros países, donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la revolución, el fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el momento en que se agudezca de un modo especial su situación, intente extender su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo.
La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa- por otra, por la dictadura terrorista abierta. Pasar por alto esta diferencia sería un error grave, que impediría al proletariado revolucionario movilizar a las más amplias capas de los trabajadores de la ciudad y del campo para luchar contra la amenaza de la toma del poder por los fascistas, así como aprovechar las contradicciones existentes en el campo de la propia burguesía. Sin embargo, no menos grave y peligroso es el error de no apreciar suficientemente el significado que tienen para la instauración de la dictadura fascista las medidas reaccionarias de la burguesía que se intensifican actualmente en los países de democracia burguesia, medidas que reprimen las libertades democráticas de los trabajadores, restringen y falsean los derechos del parlamento y agravan las medidas de represión contra el movimiento revolucionario.
Camaradas, no hay que representarse la subida del fascismo al poder de una forma tan simplista y llana, como si un comité cualquiera del capital financiero tomase el acuerdo de implantar en tal o cual día la dictadura fascista. En realidad, el fascismo llega generalmente al poder en lucha, a veces enconada, con los viejos partidos burgueses o con determinada parte de éstos, en lucha incluso en el seno del propio campo fascista, que muchas veces conduce a choques armados, como hemos visto en Alemania, Austria y otros países. Todo esto, sin embargo, no disminuye la significación del hecho de que, antes de la instauración de la dictadura fascista, los gobiernos burgueses pasen habitualmente por una serie de etapas preparatorias y realicen una serie de medidas reaccionarias, que facilitan directamente el acceso del fascismo al poder. Todo el que no luche en estas etapas preparatorias contra las medidas reaccionarias de la burguesía y contra el creciente fascismo, no está en condiciones de impedir la victoria del fascismo, sino que, por el contrario, la facilitará.
Los jefes de la socialdemocracia encubrieron y ocultaron ante las masas el verdadero carácter de clase del fascismo y no llamaron a la lucha contra las medidas reaccionarias cada vez más graves de la burguesía. Sobre ellos pesa una gran responsabilidad histórica por el hecho de que, en los momentos decisivos de la ofensiva fascista, una parte considerable de las masas trabajadoras de Alemania y de otra serie de países fascistas no reconociese en el fascismo a la fiera sedienta de sangre del capital financiero, a su peor enemigo y que estas masas no estuvieran preparadas para hacerle frente.
¿De dónde emana la influencia del fascismo sobre las masas? El fascismo logra atraerse las masas porque especula de forma demagógica con sus necesidades y exigencias más candentes. El fascismo no sólo azuza los prejuicios hondamente arraigados en las masas, sino que especula también con los mejores sentimientos de éstas, con su sentimiento de justicia y, a veces, incluso con sus tradiciones revolucionarias. ¿Por qué los fascistas alemanes, esos lacayos de la gran burguesía y enemigos mortales del socialismo, se hacen pasar ante las masas por «socialistas» y presentan su subida al poder como una «revolución»? Porque se esfuerzan por explotar la fe en la revolución y la atracción del socialismo que viven en el corazón de las amplias masas trabajadoras de Alemania.
El fascismo actúa al servicio de los intereses de los imperialistas más agresivos, pero ante las masas se presenta bajo la máscara de defensor de la nación ultrajada y apela al sentimiento nacional herido, como hizo, por ejemplo, el fascismo alemán que arrastró consigo las masas pequeño burguesas con la consigna de "¡Contra Versalles!".
El fascismo aspira a la más desenfrenada explotación de las masas, pero se acerca a ellas con una demagogia anticapitalista, muy hábil, explotando el profundo odio de los trabajadores contra la burguesía rapaz, contra los bancos, los trusts y los magnates financieros y lanzando las consignas más seductoras para el momento dado, para las masas que no han alcanzado una madurez política; en Alemania: "Nuestro Estado no es un Estado capitalista, sino un Estado corporativo"; en el Japón: "por un Japón sin explotadores"; en los Estados Unidos: "por el reparto de las riquezas", etc...
El fascismo entrega al pueblo a la voracidad de los elementos más corrompidos y venales, pero se presenta ante él con la reivindicación de un "gobierno honrado e insobornable". Especulando con la profunda desilusión de las masas sobre los gobiernos de democracia burguesa, el fascismo se indigna hipócritamente ante la corrupción (véase, por ejemplo, el caso Barmat y Sklarek en Alemania, el caso Staviski en Francia y otros).
El fascismo capta, en interés de los sectores más reaccionarios de la burguesía, a las masas decepcionadas que abandonan los viejos partidos burgueses. Pero impresiona a estas masas por la violencia de sus ataques contra los gobiernos burgueses, por su actitud irreconciliable frente a los viejos partidos de la burguesía.
Dejando atrás a todas las demás formas de la reacción burguesa, por su cinismo y sus mentiras, el fascismo adapta su demagogia a las particularidades nacionales de cada país e incluso a las particularidades de las diferentes capas sociales dentro de un mismo país. Y las masas de la pequeña burguesía, incluso una parte de los obreros, llevados a la desesperación por la miseria, el paro forzoso y la inseguridad de su existencia, se convierten en víctimas de la demagogia social y chovinista del fascismo.
El fascismo llega al poder como el partido del asalto contra el movimiento revolucionario del proletariado, contra las masas populares en efervescencia, pero presenta su subida al poder como un movimiento "revolucionario", dirigido contra la burguesía en nombre de "toda la nación" y para "salvar" a la nación. (Recordemos la "marcha" de Mussolini sobre Roma, la "marcha" de Pilsudski sobre Varsovia, la "revolución" nacional-socialista de Hitler en Alemania, etc.).
Pero cualquiera que sea la careta con que se disfrace el fascismo, cualquiera que sea la forma en que se presente, cualquiera que sea el camino por el que suba al Poder, el fascismo es la más feroz ofensiva del capital contra las masa trabajadoras;
el fascismo es el chovinismo más desenfrenado y la guerra de rapiña;
el fascismo es la reacción feroz y la contrarrevolución;
el fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de todos los trabajadores.
La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo (1935) de G. Dimitrov
Shenin- Miembro del Soviet
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Saludos, camaradas. Voy a dejaros el extracto de un texto del Camarada Jorge Dimitrov acerca de la naturaleza del fascismo. Aquí os lo dejo.
Admin- Administrador
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Interesantísimo.
Gracias camarada.
Gracias camarada.
Subcomandante Marcos- Comunista
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Me encantó el texto, es claro y resalta lo fundamental que hay que conocer del enemigo.
Red Soldier- Comunista
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Jorge Dimitrov es el búlgaro más influyente en lo que a socialismo científico se refiere. Este es uno de los artículos más importantes a mi modo de ver. También recomiendo uno escrito alrededor de los años 20 del pasado siglo, creo recordar, pero de autentica vigencia, que es "El Imperialismo en los Balcanes".
Saludos Bolcheviques.
Saludos Bolcheviques.
Red strike- Camarada
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¡Camaradas! Millones de obreros y trabajadores de los países capitalistas se preguntan: ¿Cómo puede impedirse que el fascismo llegue al poder y cómo derrocarlo, allí donde ya ha triunfado? La Internacional Comunista contesta: lo primero, que hay que hacer, es crear el frente único, establecer la unidad de los obreros en cada empresa, en cada barrio, en cada región, en cada país, en el mundo entero. La unidad de acción del proletariado en el plano nacional e internacional, he aquí el arma poderosa que capacita a la clase obrera no sólo para una defensa, sino también para una contraofensiva victoriosa contra el fascismo, contra el enemigo de clase.
Significado del frente único
¿No es evidente que las acciones conjuntas de los afiliados a los partidos y organizaciones de las dos Internacionales -la Internacional Comunista y la Segunda Internacional- permitirían a las masas rechazar el empuje fascista y elevarían el peso político de la clase obrera?
Pero las acciones conjuntas de los partidos de ambas Internacionales contra el fascismo no se limitarían a ejercer una influencia sobre sus afiliados actuales, sobre los comunistas y los socialdemócratas, ejercerían también una influencia poderosa en las filas de los obreros católicos, anarquistas y no organizados, incluso sobre aquellos que momentáneamente son víctimas de la demagogia fascista.
Más aún, el potente frente único del proletariado ejerecería una enorme influencia sobre todas las demás capas del pueblo trabajador, sobre los campesinos, sobre la pequeña burguesía urbana, sobre los intelectuales. El frente único infundiría a los sectores vacilantes fe en la fuerza de la clase obrera.
Pero tampoco esto es todo. El proletariado de los países imperialistas tiene sus aliados potenciales no sólo en los trabajadores del propio país, sino también en las naciones oprimidas de las colonias y semicolonias. El hecho de que el proletariado se halle escindido sobre un plano nacional e internacional y de que una parte de él apoye la política de colaboración con la burguesía y, sobre todo, su régimen de opresión en las colonias y semicolonias, aparta a los pueblos oprimidos de las colonias y semicolonias de la clase obrera y debilita el frente antiimperialista mundial. Cada paso que dé el proletariado de las metrópolis imperialistas por la senda de la unidad de acción, encaminado a apoyar la lucha de liberación de los pueblos coloniales, equivale a convertir las colonias y semicolonias en una de las reservas principales del proletariado.
Finalmente, si tenemos en cuenta que la unidad de acción internacional del proletariado se apoya en la fuerza, sin cesar creciente, del Estado proletario, del país del socialismo, de la Unión Soviética, vemos qué vastas perspectivas abre la realización de la unidad de acción del proletariado sobre el plano nacional e internacional.
La implantación de la unidad de acción de todos los sectores de la clase obrera, cualquiera que sea el Partido u organización a que pertenezcan, es necesaria aun antes de que la mayoría de la clase obrera se unifique para luchar por el derrocamiento del capitalismo y por el triunfo de la revolución proletaria.
¿Es posible realizar esta unidad de acción del proletariado en los distintos países y el mundo entero? Sí, es posible, y lo es inmediatamente. La Internacional Comunista no pone para la unidad de acción ninguna clase de condiciones, con excepción de una elemental, aceptable para todos los obreros, a saber: que la unidad de acción vaya encaminada contra el fascismo, contra la ofensiva del capital, contra la amenaza de guerra, contra el enemigo de clase. He ahí nuestra condición.
Dzerjinskii- Miembro del Soviet
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Fecha de inscripción : 29/04/2010
La táctica de frente popular, es quizás uno de los mayores aciertos de los comunistas marxistas leninistas, le ha permitido adaptarse a los distintos lugares y situaciones y lograr un apoyo masivo. Pero su utilización fuera de contexto, en manos de los revisionistas y su desnaturalización han servido para inocular el virus del oportunismo, la confianza en el trancito pacifico y la coexistencia pacifica, en la democracia parlamentaria, las elecciones y en consecuencia provocó el abandono de la lucha insurreccional de masas y el relajamiento de la vigilancia revolucionaria, con sangrientas consecuencias para los, militantes comunistas, los trabajadores y el pueblo.
Les dejo un extracto del informe presentado en el IV Congreso del Frente Democrático de Albania el
14 de septiembre de 1961 de Enver Hoxha donde analiza estas cuestiones:
"la experiencia ha probado que sólo el partido marxista-leninista, vanguardia consciente y organizada de la clase obrera, consecuentemente revolucionario, fiel hasta el fin a los principios ideológicos de nuestra doctrina, puede conducir al país y al pueblo a la victoria, tanto en la revolución democrática de liberación nacional, como en la revolución proletaria y en la lucha por la edificación de la sociedad socialista y comunista. Tanto nuestra experiencia como la del movimiento libertador y revolucionario mundial demuestran que en la etapa del imperialismo, la burguesía y sus partidos políticos, por su propia naturaleza de clase, no están en condiciones ni pueden conducir hasta su meta final la lucha contra el imperialismo por una verdadera liberación nacional, ni tampoco la revolución democrática y antifeudal. La palabrería de los revisionistas modernos, jruschovistas, titistas y demás, al negar el papel dirigente del partido proletario en la revolución y en la edificación socialista y sostener en su propaganda que también se puede pasar al socialismo teniendo como guía partidos burgueses y pequeño burgueses, e incluso sindicatos al servicio de los monopolios capitalistas, constituye una gran traición a los principios del marxismo-leninismo, a la clase obrera y a su causa revolucionaria.
Para que triunfe la causa de la liberación y la revolución, es preciso que el partido marxista-leninista una bajo su dirección a todas las fuerzas revolucionarias en un amplio frente popular. En la creación de amplios frentes populares, el partido comunista marxista-leninista en modo alguno debe cifrar todas sus esperanzas y concentrar todos sus esfuerzos en las alianzas y la colaboración con los jefes de los partidos y las diversas organizaciones políticas. El partido, sin descuidar este trabajo, tiene la tarea de consagrar toda su atención y todas sus energías a la lucha por crear la unión del pueblo a partir de la base, a través de un gran trabajo de esclarecimiento y persuasión entre las masas, sobre todo organizando acciones concretas, bien preparadas y reflexionadas.
La experiencia ha demostrado que el núcleo del frente unido, la base de las bases, es la alianza de la clase obrera con el campesinado trabajador. Sin esta alianza no puede haber frente popular, ni frente de liberación nacional. Estas son las dos principales fuerzas motrices de toda verdadera revolución en nuestro tiempo, ambas constituyen la abrumadora mayoría de la población en cada país. Así pues, para que el frente sea verdaderamente una amplia organización política, combativa y revolucionaria, debe ser ante todo una unión de las amplias masas populares, realizada en la lucha y por medio de la lucha, y no una simple unión de partidos, y mucho menos de sus cabecillas, fundada en diversas combinaciones políticas.
En las condiciones de una revolución democrático popular y de la lucha de liberación nacional, cuando existen varios partidos burgueses y pequeñoburgueses, el partido comunista puede y debe esforzarse por colaborar con ellos en el marco de un amplio frente democrático popular o de liberación nacional. En este caso el Frente tiene rasgos propios que lo diferencian de nuestro Frente de Liberación Nacional, donde no había más partido político que el comunista. Es evidente que, cuando el partido comunista hace la guerra y la revolución con los otros partidos progresistas, tiene que superar un gran número de dificultades, tanto para lograr la victoria en la lucha de liberación, como para desarrollar ulteriormente la revolución y hacer que pase de la etapa democrática antiimperialista y antifeudal a la etapa de la revolución socialista. Este proceso no lo superará tan fácilmente como lo hizo nuestro Partido. La cuestión es que cuando los partidos burgueses y los denominados socialistas vean que los intereses de las clases que representan resultan dañados o amenazados, recurrirán a diversas maniobras políticas, organizativas y militares para debilitar la lucha de liberación, la revolución, para romper las alianzas, destruir el frente común y, de manera particular, para acabar con el papel dirigente del partido comunista en este frente. Esto se debe a la naturaleza la posición y las tendencias de clase de la burguesía. Por eso, el partido comunista, sin dejar de seguir la línea de colaborar con las diferentes capas de la burguesía o con sus partidos, debe al mismo tiempo aplicar la línea de luchar contra sus vacilaciones y maniobras contra sus compromisos con las fuerzas invasoras y reaccionarias. Seguir únicamente la línea de la unidad y desatender la línea de combatir las acciones escisioncitas y reaccionarias en el seno del frente, significa adoptar una actitud oportunista, cuyas consecuencias pueden ser muy peligrosas para la lucha de liberación, para la revolución.
Actualmente, en la arena política mundial además de los partidos burgueses y socialdemócratas, ya desacreditados, actúan también los partidos revisionistas que han traicionado los intereses de la clase obrera y su causa revolucionaria. Las fuerzas y los partidos marxista-leninistas deben llevar a cabo una lucha inexorable contra estos partidos para desenmascarar su traición y sus objetivos contrarrevolucionarios, para destruirlos en tanto que partidos políticos ganándose a su base y sin establecer con ellos ningún compromiso a costa de los principios. Algunos partidos revisionistas harán demagogia sobre la lucha armada. Otros, temiendo ser desenmascarados, incluso emprenderán formalmente alguna acción armada. Los marxistas-leninistas no deben dejarse engañar por estas tácticas diabólicas, no deben confundir jamás la voluntad de lucha de las masas con los designios saboteadores de los cabecillas revisionistas. Por tanto, el contacto con la base, en el fuego de la lucha y para la lucha revolucionaria, es lo único posible y ello con el objeto de neutralizar y liquidar a los revisionistas.
Es indispensable que el partido comunista marxista-leninista, al seguir la línea de colaborar con los demás partidos en la revolución democrática de liberación nacional, mantenga a toda costa su plena independencia ideológica, política y organizativa, como partido de la clase obrera, que no se quede a la sombra o vaya a la zaga de los acontecimientos, que de ningún modo se diluya en el frente, sino que luche por garantizar su papel dirigente, que luche por la hegemonía. Al mismo tiempo es necesario que en ningún momento pierda de vista la perspectiva del desarrollo de la revolución y la conquista del objetivo final. El verdadero partido marxista-leninista Y los verdaderos revolucionarios deben permanecer siempre fieles a los principios marxista-leninistas, a las leyes de la revolución proletaria, también en las condiciones de la lucha contra el imperialismo y sus servidores, los revisionistas modernos. Jamás deben olvidar estos principios y estas leyes, nunca deben caer en la trampa de las aventuras y las formas revolucionarias a medias, o de las consignas carentes de sentido que supuestamente se ajustan a las características «específicas» de los diferentes países. Es verdad que cada país tiene sus peculiaridades, que siempre deben ser tenidas en cuenta, pero éstas sólo pueden ser aprovechadas correctamente basándose en los principios fundamentales del marxismo-leninismo y en las leyes de la revolución proletaria. Toda desviación de estos principios y leyes, cualquiera que sea la forma y el pretexto, conduce inevitablemente a la derrota del partido y de la revolución.
La creación del amplio frente popular no debe de ningún modo servir como base para la propagación de ilusiones oportunistas y reformistas de que ganando la mayoría entre las masas y en los parlamentos burgueses, se puede automáticamente conseguir la transformación pacífica del sistema existente, se puede conseguir la victoria de la revolución y la transición al socialismo. Por el contrario, el frente que se crea en el proceso de la lucha revolucionaria, debe servir a la causa de la educación, de la unión política y de la movilización del pueblo para la lucha armada, para derrocar por la fuerza a los imperialistas, a los ocupantes, a las clases reaccionarias del país, quienes, como lo ha confirmado la historia, jamás abandonan voluntariamente sus posiciones. La revolución violenta es una ley general, no sólo de la revolución proletaria, sino también de toda verdadera revolución democrática y de liberación de nuestra época. Las prédicas de los revisionistas jruschovistas y titistas sobre el llamado camino pacífico que han proclamado como principio estratégico mundial, ocasionan sólo derrotas al partido de la clase obrera, a la revolución y al socialismo."
Les dejo un extracto del informe presentado en el IV Congreso del Frente Democrático de Albania el
14 de septiembre de 1961 de Enver Hoxha donde analiza estas cuestiones:
"la experiencia ha probado que sólo el partido marxista-leninista, vanguardia consciente y organizada de la clase obrera, consecuentemente revolucionario, fiel hasta el fin a los principios ideológicos de nuestra doctrina, puede conducir al país y al pueblo a la victoria, tanto en la revolución democrática de liberación nacional, como en la revolución proletaria y en la lucha por la edificación de la sociedad socialista y comunista. Tanto nuestra experiencia como la del movimiento libertador y revolucionario mundial demuestran que en la etapa del imperialismo, la burguesía y sus partidos políticos, por su propia naturaleza de clase, no están en condiciones ni pueden conducir hasta su meta final la lucha contra el imperialismo por una verdadera liberación nacional, ni tampoco la revolución democrática y antifeudal. La palabrería de los revisionistas modernos, jruschovistas, titistas y demás, al negar el papel dirigente del partido proletario en la revolución y en la edificación socialista y sostener en su propaganda que también se puede pasar al socialismo teniendo como guía partidos burgueses y pequeño burgueses, e incluso sindicatos al servicio de los monopolios capitalistas, constituye una gran traición a los principios del marxismo-leninismo, a la clase obrera y a su causa revolucionaria.
Para que triunfe la causa de la liberación y la revolución, es preciso que el partido marxista-leninista una bajo su dirección a todas las fuerzas revolucionarias en un amplio frente popular. En la creación de amplios frentes populares, el partido comunista marxista-leninista en modo alguno debe cifrar todas sus esperanzas y concentrar todos sus esfuerzos en las alianzas y la colaboración con los jefes de los partidos y las diversas organizaciones políticas. El partido, sin descuidar este trabajo, tiene la tarea de consagrar toda su atención y todas sus energías a la lucha por crear la unión del pueblo a partir de la base, a través de un gran trabajo de esclarecimiento y persuasión entre las masas, sobre todo organizando acciones concretas, bien preparadas y reflexionadas.
La experiencia ha demostrado que el núcleo del frente unido, la base de las bases, es la alianza de la clase obrera con el campesinado trabajador. Sin esta alianza no puede haber frente popular, ni frente de liberación nacional. Estas son las dos principales fuerzas motrices de toda verdadera revolución en nuestro tiempo, ambas constituyen la abrumadora mayoría de la población en cada país. Así pues, para que el frente sea verdaderamente una amplia organización política, combativa y revolucionaria, debe ser ante todo una unión de las amplias masas populares, realizada en la lucha y por medio de la lucha, y no una simple unión de partidos, y mucho menos de sus cabecillas, fundada en diversas combinaciones políticas.
En las condiciones de una revolución democrático popular y de la lucha de liberación nacional, cuando existen varios partidos burgueses y pequeñoburgueses, el partido comunista puede y debe esforzarse por colaborar con ellos en el marco de un amplio frente democrático popular o de liberación nacional. En este caso el Frente tiene rasgos propios que lo diferencian de nuestro Frente de Liberación Nacional, donde no había más partido político que el comunista. Es evidente que, cuando el partido comunista hace la guerra y la revolución con los otros partidos progresistas, tiene que superar un gran número de dificultades, tanto para lograr la victoria en la lucha de liberación, como para desarrollar ulteriormente la revolución y hacer que pase de la etapa democrática antiimperialista y antifeudal a la etapa de la revolución socialista. Este proceso no lo superará tan fácilmente como lo hizo nuestro Partido. La cuestión es que cuando los partidos burgueses y los denominados socialistas vean que los intereses de las clases que representan resultan dañados o amenazados, recurrirán a diversas maniobras políticas, organizativas y militares para debilitar la lucha de liberación, la revolución, para romper las alianzas, destruir el frente común y, de manera particular, para acabar con el papel dirigente del partido comunista en este frente. Esto se debe a la naturaleza la posición y las tendencias de clase de la burguesía. Por eso, el partido comunista, sin dejar de seguir la línea de colaborar con las diferentes capas de la burguesía o con sus partidos, debe al mismo tiempo aplicar la línea de luchar contra sus vacilaciones y maniobras contra sus compromisos con las fuerzas invasoras y reaccionarias. Seguir únicamente la línea de la unidad y desatender la línea de combatir las acciones escisioncitas y reaccionarias en el seno del frente, significa adoptar una actitud oportunista, cuyas consecuencias pueden ser muy peligrosas para la lucha de liberación, para la revolución.
Actualmente, en la arena política mundial además de los partidos burgueses y socialdemócratas, ya desacreditados, actúan también los partidos revisionistas que han traicionado los intereses de la clase obrera y su causa revolucionaria. Las fuerzas y los partidos marxista-leninistas deben llevar a cabo una lucha inexorable contra estos partidos para desenmascarar su traición y sus objetivos contrarrevolucionarios, para destruirlos en tanto que partidos políticos ganándose a su base y sin establecer con ellos ningún compromiso a costa de los principios. Algunos partidos revisionistas harán demagogia sobre la lucha armada. Otros, temiendo ser desenmascarados, incluso emprenderán formalmente alguna acción armada. Los marxistas-leninistas no deben dejarse engañar por estas tácticas diabólicas, no deben confundir jamás la voluntad de lucha de las masas con los designios saboteadores de los cabecillas revisionistas. Por tanto, el contacto con la base, en el fuego de la lucha y para la lucha revolucionaria, es lo único posible y ello con el objeto de neutralizar y liquidar a los revisionistas.
Es indispensable que el partido comunista marxista-leninista, al seguir la línea de colaborar con los demás partidos en la revolución democrática de liberación nacional, mantenga a toda costa su plena independencia ideológica, política y organizativa, como partido de la clase obrera, que no se quede a la sombra o vaya a la zaga de los acontecimientos, que de ningún modo se diluya en el frente, sino que luche por garantizar su papel dirigente, que luche por la hegemonía. Al mismo tiempo es necesario que en ningún momento pierda de vista la perspectiva del desarrollo de la revolución y la conquista del objetivo final. El verdadero partido marxista-leninista Y los verdaderos revolucionarios deben permanecer siempre fieles a los principios marxista-leninistas, a las leyes de la revolución proletaria, también en las condiciones de la lucha contra el imperialismo y sus servidores, los revisionistas modernos. Jamás deben olvidar estos principios y estas leyes, nunca deben caer en la trampa de las aventuras y las formas revolucionarias a medias, o de las consignas carentes de sentido que supuestamente se ajustan a las características «específicas» de los diferentes países. Es verdad que cada país tiene sus peculiaridades, que siempre deben ser tenidas en cuenta, pero éstas sólo pueden ser aprovechadas correctamente basándose en los principios fundamentales del marxismo-leninismo y en las leyes de la revolución proletaria. Toda desviación de estos principios y leyes, cualquiera que sea la forma y el pretexto, conduce inevitablemente a la derrota del partido y de la revolución.
La creación del amplio frente popular no debe de ningún modo servir como base para la propagación de ilusiones oportunistas y reformistas de que ganando la mayoría entre las masas y en los parlamentos burgueses, se puede automáticamente conseguir la transformación pacífica del sistema existente, se puede conseguir la victoria de la revolución y la transición al socialismo. Por el contrario, el frente que se crea en el proceso de la lucha revolucionaria, debe servir a la causa de la educación, de la unión política y de la movilización del pueblo para la lucha armada, para derrocar por la fuerza a los imperialistas, a los ocupantes, a las clases reaccionarias del país, quienes, como lo ha confirmado la historia, jamás abandonan voluntariamente sus posiciones. La revolución violenta es una ley general, no sólo de la revolución proletaria, sino también de toda verdadera revolución democrática y de liberación de nuestra época. Las prédicas de los revisionistas jruschovistas y titistas sobre el llamado camino pacífico que han proclamado como principio estratégico mundial, ocasionan sólo derrotas al partido de la clase obrera, a la revolución y al socialismo."
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G. Dimitrov - El fascismo y la clase obrera (1935)
¡Camaradas! Ya el VI Congreso Internacional Comunista previno al proletariado internacional sobre la maduración de una nueva ofensiva fascista, llamándolo a la lucha contra ella. El Congreso señaló que "casi en todas partes existen tendencias fascistas y gérmenes de un movimiento fascista en forma más o menos desarrollada".
Bajo las condiciones de la profunda crisis económica desencadenada, de la violenta agudización de la crisis general del capitalismo, de la revolucionización de las masas trabajadoras, el fascismo ha pasado a una amplia ofensiva. La burguesía dominante busca cada vez más su salvación en el fascismo para llevar a cabo medidas expcionales de expoliación contra los trabajadores, para preparar una guerra imperialista de rapiña, el asalto contra la Unión Soviética, para preparar la esclavización y el reparto de China e impedir, por medio de todo esto, la revolución.
Los círculos imperialistas intentan descargar todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Para esto, necesitan el fascismo.
Tratan de resolver el problema de los mercados mediante la esclavización de los pueblos débiles, mediante el aumento de la presión colonial y un nuevo reparto del mundo por la vía de la guerra. Para esto, necesitan el fascismo.
Intentan adelantarse al crecimiento de las fuerzas de la revolución mediante el aplastamiento del movimiento revolucionario de los obreros y campesinos y el ataque militar contra la Unión Soviética, baluarte del proletariado mundial. Para esto, necesitan el fascismo.
En una serie de países -particularmente en Alemania- estos círculos imperialistas lograron, antes del viraje decisivo de las masas hacia la revolución, infligir al proletariado una derrota e instaurar la dictadura fascista.
Pero carácteríristica de la victoria del fascismo es precisamente la circunstancia de que esta victoria atestigua por una parte la debilidad del proletariado, desorganizado y paralizado por la política escisionista socialdemócrata de colaboración de clase con la burguesía y, por otra parte, revela la debilidad de la propia burguesía que tiene miedo a que se realice la unidad de lucha de la clase obrera, que teme a la revoluciín y no está ya en condiciones de mantener su dictadura sobre la masas con los viejos métodos de la democracia burguesa y del parlamentarismo.
El carácter de clase del fascismo
El fascismo en el poder, camaradas, es, como acertadamente lo ha caracterizado el XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero.
La variedad má:s reaccionaria del fascismo es la de tipo alemán. Tiene la osadía de llamarse nacionalsocialismo, a pesar de no tener nada de común con el socialismo. El fascismo alemán no es solamente un nacionalismo burgués, es un chovinismo bestial. Es el sistema de gobierno del bandidaje político, un sistema de provocaciones y torturas contra la clase obrera y los elementos revolucionarios del campesinado, de la pequeña burguesía y de los intelectuales. Es la crueldad y la barbarie medievales, la agresividad desenfrenada contra los demás pueblos y países.
El fascismo alemán actúa como destacamento de choque de la contrarrevolución internacional, como incendiario principal de la guerra imperialista, como instigador de la cruzada contra la Unión Soviética, la gran Patria de los trabajadores de todo el mundo.
El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que esté, como se pretende, "por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesía", como ha afirmado, por ejemplo, Otto Bauer. No es "la pequeñ,a burguesía sublevada que se ha apoderado del aparato del Estado", como declara el socialista inglés Brailsford. No, el fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos.
Hay que recalcar de un modo especial este carácter verdadero del fascismo, porque el disfraz de la demagogia social ha dado al fascismo, en una serie de países, la posibilidad de arrastrar consigo a las masas de la pequeña burguesía, sacadas de quicio por la crisis, e incluso a algunos sectores de las capas más atrasadas del proletariado, que jamás hubieran seguido al fascismo si hubiesen comprendido su verdadero carácter de clase, su verdadera naturaleza.
El desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos países formas diferentes, según las condiciones históricas, sociales y económicas, las particularidades nacionales y la posición internacional de cada país. En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no cuenta con una amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar con el parlamento y permite a los demás partidos burgueses, así como a la socialdemocracia, cierta legalidad. En otros países, donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la revolución, el fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el momento en que se agudezca de un modo especial su situación, intente extender su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo.
La subida del fascismo al poder no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa- por otra, por la dictadura terrorista abierta. Pasar por alto esta diferencia sería un error grave, que impediría al proletariado revolucionario movilizar a las más amplias capas de los trabajadores de la ciudad y del campo para luchar contra la amenaza de la toma del poder por los fascistas, así como aprovechar las contradicciones existentes en el campo de la propia burguesía. Sin embargo, no menos grave y peligroso es el error de no apreciar suficientemente el significado que tienen para la instauración de la dictadura fascista las medidas reaccionarias de la burguesía que se intensifican actualmente en los países de democracia burguesia, medidas que reprimen las libertades democráticas de los trabajadores, restringen y falsean los derechos del parlamento y agravan las medidas de represión contra el movimiento revolucionario.
Camaradas, no hay que representarse la subida del fascismo al poder de una forma tan simplista y llana, como si un comité cualquiera del capital financiero tomase el acuerdo de implantar en tal o cual día la dictadura fascista. En realidad, el fascismo llega generalmente al poder en lucha, a veces enconada, con los viejos partidos burgueses o con determinada parte de éstos, en lucha incluso en el seno del propio campo fascista, que muchas veces conduce a choques armados, como hemos visto en Alemania, Austria y otros países. Todo esto, sin embargo, no disminuye la significación del hecho de que, antes de la instauración de la dictadura fascista, los gobiernos burgueses pasen habitualmente por una serie de etapas preparatorias y realicen una serie de medidas reaccionarias, que facilitan directamente el acceso del fascismo al poder. Todo el que no luche en estas etapas preparatorias contra las medidas reaccionarias de la burguesía y contra el creciente fascismo, no está en condiciones de impedir la victoria del fascismo, sino que, por el contrario, la facilitará.
Los jefes de la socialdemocracia encubrieron y ocultaron ante las masas el verdadero carácter de clase del fascismo y no llamaron a la lucha contra las medidas reaccionarias cada vez más graves de la burguesía. Sobre ellos pesa una gran responsabilidad histórica por el hecho de que, en los momentos decisivos de la ofensiva fascista, una parte considerable de las masas trabajadoras de Alemania y de otra serie de países fascistas no reconociese en el fascismo a la fiera sedienta de sangre del capital financiero, a su peor enemigo y que estas masas no estuvieran preparadas para hacerle frente.
¿De dónde emana la influencia del fascismo sobre las masas? El fascismo logra atraerse las masas porque especula de forma demagógica con sus necesidades y exigencias más candentes. El fascismo no sólo azuza los prejuicios hondamente arraigados en las masas, sino que especula también con los mejores sentimientos de éstas, con su sentimiento de justicia y, a veces, incluso con sus tradiciones revolucionarias. ¿Por qué los fascistas alemanes, esos lacayos de la gran burguesía y enemigos mortales del socialismo, se hacen pasar ante las masas por «socialistas» y presentan su subida al poder como una «revolución»? Porque se esfuerzan por explotar la fe en la revolución y la atracción del socialismo que viven en el corazón de las amplias masas trabajadoras de Alemania.
El fascismo actúa al servicio de los intereses de los imperialistas más agresivos, pero ante las masas se presenta bajo la máscara de defensor de la nación ultrajada y apela al sentimiento nacional herido, como hizo, por ejemplo, el fascismo alemán que arrastró consigo las masas pequeño burguesas con la consigna de "¡Contra Versalles!".
El fascismo aspira a la más desenfrenada explotación de las masas, pero se acerca a ellas con una demagogia anticapitalista, muy hábil, explotando el profundo odio de los trabajadores contra la burguesía rapaz, contra los bancos, los trusts y los magnates financieros y lanzando las consignas más seductoras para el momento dado, para las masas que no han alcanzado una madurez política; en Alemania: "Nuestro Estado no es un Estado capitalista, sino un Estado corporativo"; en el Japón: "por un Japón sin explotadores"; en los Estados Unidos: "por el reparto de las riquezas", etc...
El fascismo entrega al pueblo a la voracidad de los elementos más corrompidos y venales, pero se presenta ante él con la reivindicación de un "gobierno honrado e insobornable". Especulando con la profunda desilusión de las masas sobre los gobiernos de democracia burguesa, el fascismo se indigna hipócritamente ante la corrupción (véase, por ejemplo, el caso Barmat y Sklarek en Alemania, el caso Staviski en Francia y otros).
El fascismo capta, en interés de los sectores más reaccionarios de la burguesía, a las masas decepcionadas que abandonan los viejos partidos burgueses. Pero impresiona a estas masas por la violencia de sus ataques contra los gobiernos burgueses, por su actitud irreconciliable frente a los viejos partidos de la burguesía.
Dejando atrás a todas las demás formas de la reacción burguesa, por su cinismo y sus mentiras, el fascismo adapta su demagogia a las particularidades nacionales de cada país e incluso a las particularidades de las diferentes capas sociales dentro de un mismo país. Y las masas de la pequeña burguesía, incluso una parte de los obreros, llevados a la desesperación por la miseria, el paro forzoso y la inseguridad de su existencia, se convierten en víctimas de la demagogia social y chovinista del fascismo.
El fascismo llega al poder como el partido del asalto contra el movimiento revolucionario del proletariado, contra las masas populares en efervescencia, pero presenta su subida al poder como un movimiento "revolucionario", dirigido contra la burguesía en nombre de "toda la nación" y para "salvar" a la nación. (Recordemos la "marcha" de Mussolini sobre Roma, la "marcha" de Pilsudski sobre Varsovia, la "revolución" nacional-socialista de Hitler en Alemania, etc.).
Pero cualquiera que sea la careta con que se disfrace el fascismo, cualquiera que sea la forma en que se presente, cualquiera que sea el camino por el que suba al Poder, el fascismo es la más feroz ofensiva del capital contra las masa trabajadoras;
el fascismo es el chovinismo más desenfrenado y al guerra de rapiña;
el fascismo es la reacción feroz y la contrarrevolución;
el fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de todos los trabajadores.
¿Qué ofrece a las masas el fascismo victorioso?
El fascismo prometió a los obreros un «salario justo», en realidad les colocó a un nivel de vida aun más bajo, más miserable. Prometió trabajo a los parados; en realidad les proporcionó mayores torturas de hambre y trabajo forzado de esclavos. En realidad, el fascismo convierte a los obreros y a los parados en parias de la sociedad capitalista, desprovistos de todo derecho, destruye sus sindicatos, les arrebata el derecho a la huelga y de prensa obrera, los enrola por la fuerza en las organizaciones fascistas, les roba los fondos de los seguros sociales, convierte las fábricas y los talleres en cuarteles, donde reina el despotismo desenfrenado de los capitalistas.
El fascismo prometió a la juventud trabajadora abrirle un camino ancho hacia un porvenir esplendoroso. En realidad, trajo a la juventud despidos en masa de las empresas, campamentos de trabajo y ejercicios militares incesantes con vistas a una guerra de conquista.
El fascismo prometió a los empleados, a los pequeños funcionarios, a los intelectuales, asegurarles la existencia, acabar con la omnipotencia de los trusts y con la especulación del capital bancario. En realidad, los lanzó a una mayor desesperación e inseguridad en el día de mañana, los somete a una nueva burocracia formada por sus partidarios más obedientes, crea una dictadura insoportable de los trusts, siembra en proporciones nunca vistas la corrupción y la descomposición.
El fascismo prometió a los campesinos arruinados y depauperados acabar con el vasallaje de las deudas, suprimir el pago de las rentas e incluso expropiar sin inemnización la tierra de los terratenientes en favor de los campesinos sin tierra y arruinados. En realidad, entrega al campesinado trabajador a la esclavitud sin precedentes de los trusts y del aparato del Estado fascista y aumenta hasta lo indecible la explotación de las masas fundamentales del campesinado por los grandes terratenientes, los bancos y los usureros.
"Alemania será un país campesino, o no perdurará", declaró solemnemente Hitler. ¿Pero qué han obtenido los campesinos de Alemania bajo Hitler? ¿Una moratoria que ya está derogada? ¿O la ley que, regulando el régimen hereditario de las haciendas campesinas, expulsa del campo a millones de hijos e hijas de campesinos y los convierte en mendigos? Los braceros del campo se ven convertidos en semisiervos, a los que se ha arrebatado incluso el derecho elemental de libre desplazamiento. Al campesinado trabajador se le ha despojado de la posibilidad de vender los productos de su hacienda en el mercado.
¿Y en Polonia?
«El campesino polaco -escribe el periódico Chas- emplea métodos y medios que sólo se aplicaron seguramente en los tiempos de la Edad Media: conserva el fuego en la estufa y se lo presta a sus vecinos, divide en varias partes las cerillas. Los campesinos se dan unos a otros los restos de jabón negro. Hierven los barriles de arenques para obtener agua salada. Esto no es ningún cuento, sino la verdadera situación reinante en el campo, de la que cualquiera puede convencerse por sí mismo».
¡Y esto, camaradas, no lo escribe ningún comunista, sino un periódico reaccionario polaco!
Pero no es todo, no mucho menos. Día tras día, en los campos de concentración de la Alemania fascista, en los sótanos de la GESTAPO (policía secreta), en las mazmorras polacas, en los calabozos de la policía secreta búlgara y finlandesa, en la «Glawniatsch» de Belgrado, en la «Siguranta» rumana, en las islas italianas, los mejores hijos de la clase obrera, los campesinos revolucionarios, los que luchan por un porvenir más bello de la humanidad son sometidos a tratos violentos y escarnios tan repugnantes que ante ellos palidecen los crímenes más abominables de la policía secreta zarista. El criminal fascismo alemán convierte a los maridos, en presencia de sus mujeres, en masas de carne sanguinolenta, envía a las madres en paquetes postales las cenizas de sus hijos asesinados. La esterilización se ha convertido en un medio político de lucha. A los presos antifascistas recluidos en las cámaras de tortura les inoculan por la fuerza sustancias venenosas, les rompen las manos, les arrancan los ojos, les cuelgan por los pies, les inyectan agua con bomba, les recortan cruces gamadas en su carne.
Tengo delante un resumen estadístico del Socorro Rojo Internacional sobre los asesinados, heridos, presos, mutilados y torturados en Alemania, Polonia, Italia, Austria, Bulgaria y Yogoeslavia. Solamente en Alemania, bajo el gobierno de los nacionalsocialistas, fueron asesinadas más de 4.200 personas; detenidas 317.800; y 218.600 obreros, campesinos, empleados e intelectuales antifascistas, comunistas, socialdemócratas y miembros de las organizaciones cristianas de oposición fueron heridos y sometidos a torturas crueles. En Austria, desde los combates de febrero del año pasado fueron asesinadas 1.900 personas; 10.000 heridas y mutiladas; y 40.000 obreros revolucionarios detenidos por el gobierno fascista "cristiano". Y este resumen, camaradas, dista mucho de ser completo.
Me cuesta trabajo encontrar palabras con que expresar toda la indignación que nos embarga al pensar en las torturas que hoy sufren los trabajadores en una serie de países fascistas. Las cifras y hechos que nosotros señalamos no reflejan ni la centésima parte del cuadro verdadero de la explotación y las torturas, del terror de los guardias blancos que llenan la vida cotidiana de la clase obrera en los distintos países capitalistas. Ningún libro, por voluminoso que fuera, podría dar una idea clara de las incontables bestialidades del fascismo contra los trabajadores.
Con honda emoción y odio contra los verdugos fascistas, inclinamos las banderas de la Internacional Comunista ante la memoria inolvidable de John Scheer, Fiede Schulze, Lütgens, en Alemania, de Koloman Walish y Munichreiter, en Austria; de Sallai y Füsrts, en Hungría; de Kofardshiev, Lutibrodski y Voikov, en Bulgaria, ante la memoria de los miles y miles de obreros, campesinos, representantes de los intelectuales progresistas, comunistas, socialdemócratas y sin partido, que han dado su vida luchando contra el fascismo.
Desde esta tribuna saludamos al jefe del proletariado alemán y Presidente de honor de nuestro Congreso, al camarada Thaelmann (fuertes aplausos, todos en la sala se ponen en pie), saludamos a los camaradas Rakosi, Gramsci, (fuertes aplausos, todos en la sala se ponen en pie), Anticainen. Saludamos a Tom Mooney, que viene sufriendo 18 años de cárcel y a los millares de prisioneros del capital y del fascismo (fuertes aplausos) y les decimos: "¡Hermanos de lucha! ¡Compañeros de armas! ¡No os hemos olvidado! Estamos con vosotros. Entegamos todas las horas de nuestra vida, hasta la última gota de nuestra sangre, por arrancaros y arrancar a todos los trabajadores del ignominioso régimen fascista". (Fuertes aplausos, todos en la sala se ponen en pie)
¡Camaradas! Ya Lenin nos había advertido que la burguesía puede conseguir, cayendo sobre los trabajadores con el terror má feroz, rechazar durante períodos cortos de tiempo las fuerzas crecientes de la revolución, pero que, a pesar de ello, no podría salvarse del hundimiento.
«La vida -escribía Lenin- seguirá su curso. Ya puede la burguesía arrebatarse, enfurecerse hasta el paroxismo, excederse, cometer tonterías, vengarse por anticipado de los bolcheviques y tratar de exterminar (en India, en Hungría, en Alemania, etc.) a centenares de miles de bolcheviques del mañana o del ayer; al proceder así, la burguesía procede como todas las clases condenadas por la historia al hundimiento. Los comunistas deben saber que, sea lo que fuere, el porvenir les pertenece. Por esto, podemos y debemos combinar en la gran lucha revolucionaria el mayor apasionamiento con la más serena y sobria apreciación de las convulsiones de la burguesía».
Sí, si nosotros y el proletariado del mundo entero marchamos con firmeza por la senda que nos ha trazado Lenin, la burguesía se hundirá a pesar de todo.(Aplausos).
¿Es inevitable la victoria del fascismo?
¿Por qué y de qué modo ha podido triunfar el fascismo? El fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de los trabajadores. El fascismo es el enemigo de las nueve décimas partes del pueblo alemán, de las nueve décimas partes del pueblo austríaco, de las nueve décimas partes de los otros pueblos de los países fascistas. ¿Cómo y de qué modo ha podido triunfar este enemigo ecarnizado?
El fascismo pudo llegar al poder, ante todo, porque la clase obrera, gracias a la política de colaboración de clase con la burguesía, practicada por los jefes de la socialdemocracia, se hallaba escindida, política y orgánicamente desarmada frente a la burguesía que despliega su ofensiva, y los partidos comunistas no eran lo suficientemente fuertes para poner en pie a las masas y conducirlas a la lucha decisiva contra el fascismo, sin la socialdemocracia y contra ella.
¡Así es! Que los millones de obreros socialdemócratas, que ahora sufren con sus hermanos comunistas los horrores de la barbarie fascista, mediten seriamente sobre esto: si en el año 1918, cuando estalló la revolución en Alemania y en Austria, el proletariado alemán y austríaco no hubiera seguido la dirección socialdemócrata, de Otto Bauer, Friedrich Adler y Renner en Austria, a Ebert y Scheidemann en Alemania y hubieran marchado por al senda de los bolcheviques rusos, por la senda de Lenin, hoy no habría fascismo ni en Austria, ni en Alemania, ni en Italia, ni en Hungría, ni en Polonia, ni en los Balcanes. No sería la burguesía, sino la clase obrera la dueña de la situación en Europa desde hace mucho tiempo. (Aplausos).
Fijémonos, por ejemplo, en la socialdemocracia austríaca. La revolución de 1918 la elevó a enorme altura. Tenía el poder en sus manos; tenía fuertes posiciones dentro del ejército, dentro del aparato del Estado. Apoyándose en estas posiciones, pudo matar en germen al naciente fascismo, pero fue cediendo, sin resistencia, una tras otra, las posiciones de la clase obrera. Permitió a la burguesía fortalecer su poder, anular la Constitución, depurar el aparato del Estado, el ejército y la policía de funcionarios socialdemócratas, arrebatar a los obreros su arsenal. Permitía a los bandidos fascistas asesinar impunemente a obreros socialdemócratas, aceptó las condiciones del pacto de Hüttenberg, que abrió las puertas de las empresas a los elementos fascistas. Al mismo tiempo, los jefes de la socialdemocracia engañaban a los obreros con el programa de Linz, en el que se preveía la alternativa del empleo de la fuerza armada contra la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado, asegurándoles que si las clases gobernantes apelasen a la violencia contra la clase obrera, el partido contestaría con el llamamiento a la huelga general y la lucha armada. ¡Como si toda la política de preparación del ataque fascista contra la clase obrera no fuese una cadena de actos de violencia encubiertos por medio de formas constitucionales! Incluso en vísperas de los combates de febrero y en transcurso de éstos, la dirección de la socialdemocracia austríaca abandonó al heroico «Schutzbund» en la lucha, aislado de las amplias masas, y condenó al proletariado austríaco a la derrota.
¿Era inevitable la victoria del fascismo en Alemania?
No, la clase obrera alemana pudo haberla impedido.
Pero, para ello, tenía que haber conseguido establecer el frente único proletario antifascista, obligar a los jefes de la socialdemocracia a poner fin a su cruzada contra los comunistas y aceptar las reiteradas proposiciones del Partido Comunista sobre la unidad de acción contra el fascismo.
No tenía que haberse dado por satisfecho ante la ofensiva del fascismo y la gradual liquidación de las libertades democrático-burguesas por la burguesía, con las hermosas resoluciones de la socialdemocracia, sino que debió responder con una verdadera lucha de masas que estorbase la realización de los planes fascistas de la burguesía alemana.
No debió permitir la prohibición de la Liga de los Luchadores del Frente Rojo (Roter Frontkämpferbund), por el gobierno Braun-Severing, sino establecer un contacto de lucha entre el Roter Frontkämpferbund y la Reichsbanner, que enrolaba a casi un millón de afiliados, y obligar a Braun y Severing a armar a ambas organizaciones para rechazar y destruir a las bandas fascistas.
Tenía que haber obligado a los jefes de la socialdemocracia, que estaban al frente del gobierno de Prusia, a tomar medidas de defensa contra el fascismo, detener a los jefes fascistas, suprimir su prensa, confiscar sus recursos materiales y los recursos de los capitalistas que subvencionan al movimiento fascista, disolver las organizaciones fascistas, desarmarlas, etc.
Además, tenía que haber conseguido que se estableciese y ampliase la asistencia social bajo todas sus formas, que se concediesen una moratoria y subsidios para los campesinos afectados por la crisis, a costa de recargos en los impuestos de los bancos y los trusts, para asegurarse por este medio el apoyo del campesinado trabajador. No se hizo, por culpa de la socialdemocracia alemana, y, gracias esto, pudo triunfar el fascismo.
¿Tenían que triunfar la burguesía y la nobleza en España, país donde las fuerzas de la insurrección proletaria se conminan tan ventajosamente con la guerra campesina?
Los socialistas españoles estuvieron representados en el gobierno desde los primeros días de la revolución. ¿Esteblecieron acaso un contacto de lucha entre las organizaciones obreras de todas las tendencias políticas, incluyendo comunistas y anarquistas? ¿Fundieron a la clase obrera en una sola organización sindical? ¿Exigieron acaso la confiscación de todas las tierras de los terratenientes, de la iglesia y conventos a favor de los campesinos para conquistar a éstos para la revolución? ¿Intentaron luchar por la autodeterminación nacional de los catalanes, de los vascos, por la liberación de Marruecos? ¿Limpiaron al ejército de elementos monárquicos y fascistas, preparando el paso de las tropas al lado de los obreros y de los campesinos? ¿Disolvieron la guardia civil, verdugo de todos los movimientos populares, tan odiada por el pueblo? ¿Asestaron algún golpe contra el partido fascista de Gil Robles, contra el podería del clero católico? No, no hicieron nada de esto. Rechazaron las reiteradas proposiciones de los comunistas sobre la unidad de acción contra la ofensiva de la reacción de los burgueses y de los terratenientes y del fascismo. Promulgaron una ley electoral que permitió a la reacción conquistar la mayoría en las Cortes y una serie de leyes que decretaban duras penas contra los movimientos populares, leyes que sirven ahora para juzgar a los heroicos mineros de Asturias. Fusilaron por mano de la guardia civil a los campesinos que luchaban por la tierra, etc.
Así desbrozó la socialdemocracia el camino al poder al fascismo, lo mismo en Alemania que en Austria y que en España, desorganizando y llevando la escisión a las filas de la clase obrera.
Camaradas, el fascismo triunfó también porque el proletariado se encontró aislado de sus aliados naturales. El fascismo pudo triunfar porque logró arrastrar consigo a las grandes masas campesinas, gracias a que la socialdemocracia, en nombre de la clase obrea, llevó a cabo una política que era en el fondo anticampesina. El campesino veía desfilar por el poder una serie de gobiernos socialdemócratas, que personificaban a sus ojos el poder de la clase obrera, pero ninguno de ellos satisfacía las necesidades de los campesinos, ninguno de ellos les entregó la tierra. La socialdemocracia alemana no tocó para nada a los terratenientes, contrarrestó las huelgas de los obreros agrícolas y esto tuvo por consecuencia que los obreros agrícolas de Alemania, ya mucho antes de la subida de Hitler al poder, abandonasen los sindicatos reformistas, pasándose en la mayoría de los casos a los Cascos de Acero y a los nacional-socialistas.
El fascismo pudo triunfar también porque logró penetrar en las filas de la juventud, mientras que la socialdemocracia desviaba a la juventud obrera de la lucha de clases, el proletariado revolucionario tampoco desplegó entre la juventud la necesaria labor de educación y no prestó la suficiente atención a la lucha por sus intereses y aspiraciones específicas. El fascismo captó el ansia de actividad combativa agudizada entre la juventud y atrajo a una parte considerable de ésta a sus destacamentos de combate. La nueva generación de la juventud masculina y femenina no ha pasado por los horrores de la guerra. Sufre sobre sus espaldas todo el peso de la crisis económica, del paro forzoso y de la descomposición de la democracia burguesa. No viendo perspectiva alguna para el porvenir, sectores considerables de la juventud se mostraron especialmente influenciables a la demagogia fascista, que les pintaba un porvenir seductor si el fascismo triunfaba.
En relación con esto, tampoco debemos pasar por alto la serie de errores cometidos por los partidos comunistas, errores que frenaban nuestra lucha contra el fascismo. En nuestras filas existía un imperdonable menosprecio al peligro fascista que todavía no se ha liquidado en todas partes. Semejantes concepciones, como las que antes podíamos encontrar en nuestros partidos, como aquella de que "Alemania no es Italia", en el sentido de que el fascismo pudo triunfar en Italia, pero su victoria estaba excluida en Alemania, por se un país industrialmente muy desarrollado, un país con una cultura muy elevada, con una tradición de cuarenta años de movimiento obrero, un país, en que es imposible el fascismo, o la concepción, que se mantiene hoy, de que en los países de la democracia burguesa "clásica" no hay base para el fascismo, semejantes concepciones podían y pueden contribuir a amortiguar la atención vigilante frente al peligro fascista y dificultar la movilización del proletariado para la lucha contra el fascismo.
Podríamos citar también no pocos casos, en que los comunistas se vieron sorprendidos inopinadamente por un golpe fascista. Acordaos de Bulgaria, donde la dirección de nuestro Partido adoptó una posición "neutral", oportunista en el fondo, respecto al golpe de Estado del 9 de junio de 1923; de Polonia, donde en mayo de 1926 la dirección del Partido Comunista, que apreció de una manera errónea las fuerzas motrices de la revolución polaca, no supo distinguir el carácter fascista del golpe de Estado de Pilsudski y marchó a remolque de los acontecimientos; de Finlandia, donde nuestro Partido, basándose en una falsa idea de la fascistización lenta, gradual, dejó triunfar el golpe de Estado fascista, preparado por un grupo dirigente de la burguesía, golpe de Estado que pilló de improviso al Partido y a la clase obrera.
Cuando en nacionalsocialismo había llegado a ser un movimiento amenazador de masas en Alemania, había camaradas, para quienes el gobierno de Brüning era ya el de la dictadura fascista y que declaraban ceñudos: "Si el tercer Reich de Hitler llega un día, será solamente un metro y medio bajo tierra y con el poder obrero vencedor encima de él".
Nuestros camaradas de Alemania han subestimado durante mucho tiempo el sentimiento nacional herido y la indiginación de las masas contra el Tratado de Versalles, observaban una actitud desdeñosa respecto a las vacilaciones de los campesinos y la pequeña burguesía, tardaron en establecer un programa de emancipación social y nacional y, cuando lo formularon, no supieron adaptarlo a las necesidades concretas y al nivel de las masas. Y ni siquiera supieron popularizarlo ampliamente entre ellas.
La necesidad de desplegar la lucha de masas contra el fascismo ha sido sustituida en varios países por razonamientos estériles sobre el carácter del fascismo "en general" y por una estrechez sectaria respecto a la posición y solución de las tareas políticas actuales del Partido.
Camaradas, si hablamos de las causas de la victoria del fascismo, si señalamos la responsabilidad histórica de la socialdemocracia en la derrota de la clase obrera, si anotamos también nuestros propios errores en la lucha contra el fascismo, no es sencillamente por el gusto de remover el pasado. Nosotros no somos historiadores, situados al margen de la vida, somos militantes combativos de la clase obrera y estamos obligados a dar una contestación a la pregunta que atormenta a millones de obreros: «¿Cabe impedir, y por qué medios, la victoria del fascismo?» Y nosotros contestamos a esos millones de obreros: sí, camaradas, puede cerrarse el paso al fascismo. Es absolutamente posible. ¡Ello depende de nosotros mismos, de los obreros, de los campesinos, de todos los trabajadores!
El impedir la victoria del fascismo depende ante todo de la actitud combativa de la propia clase obrera, de la cohesión de sus fuerzas en un ejército combatiente que luche unido contra la ofensiva del capital y del fascismo. El proletariado, al establecer su unidad de lucha, paralizaría la influencia del fascismo sobre los campesinos, sobre la pequeña burguesía urbana, sobre la juventud y los intelectuales, conseguiría neutralizar a una parte y hacer pasar a su lado a la otra.
En segundo lugar, ello depende de la existencia de un fuerte partido revolucionario que sepa dirigir acertadamente la lucha de los trabajadores contra el fascismo. Un partido que exhorte sistemáticamente a los obreros a retroceder ante el fascismo y permite a la burguesía fascista consolidar sus posiciones, es un partido que conduce a los obreros inevitablemente a la derrota.
En tercer lugar, ello depende de la justa política de la clase obrera respecto al campesinado y a las masas pequeñoburguesas de la ciudad. Hay que tomar a estas masas tal y como son y no como nosotros quisiéramos que fuesen. Sólo en el transcurso de la lucha superarán sus dudas y vacilaciones, si sabemos tratar con paciencia sus inevitables vacilaciones y, si el proletariado les ayuda, se elevarán políticamente a un grado superior de conciencia y de actividad revolucionaria.
En cuarto lugar, ello depende de la atención vigilante y de la actuación oportuna del proletariado revolucionario. No hay que dejarse sorprender inopinadamente por el fascismo; no dejarle la iniciativa; hay que asestarle golpes decisivos, cuando todavía no ha logrado concentrar sus fuerzas; no permitirle afianzarse; hacer frente a cada paso en que se manifieste; no permitirle conquistar nuevas posiciones; como se esfuerza, con éxito, por conseguirlo el proletariado francés.
Tales son las condiciones más importantes para impedir que el fascismo crezca y suba al poder.
El fascismo, un poder cruel, pero precario
La dictadura fascista de la burguesía es un poder cruel, pero precario.
¿En qué consisten las causas principales de la precariedad de la dictadura fascista?
El fascismo, que pretende superar las divergencias y las contradicciones existentes en el campo de la burguesía, viene a agudizar todavía más estas contradicciones.
El fascismo intenta establecer su monopolio político, destruyendo por la violencia los demás partidos políticos. Pero la existencia del sistema capitalista, la existencia de diferentes clases, la agudización de las contradicciones de clases conducen inevitablemente a sacudir y derribar el monopolio político del fascismo. No es el país soviético en el que la dictadura del proletariado es ejercida también por un partido único, pero donde este monopolio político responde a los intereses de millones de trabajadores y se apoya cada vez más sobre la construcción de la sociedad sin clases; en un país fascista, el partido de los fascistas no puede mantener por mucho tiempo su monopolio, porque no está en condiciones de proponerse la misión de suprimir las clases y las contradicciones de clase. Suprime la existencia legal de los partidos burgueses, pero algunos de ellos siguen viviendo ilegalmente y el Partido Comunista avanza, incluso dentro de la ilegalidad, se templa y dirige la lucha del proletariado contra la dictadura fascista. De este modo, el monopolio político del fascismo tiene necesariamente que derrumbarse bajo los golpes de las contradicciones de clase.
Otra de las causas de la precariedad de la dictadura fascista estriba en que el contraste entre la demagogia anticapitalista del fascismo y la política del enriquecimiento más rapaz de la burguesía monopolista permite desenmascarar el fondo de clase del fascismo, quebrantar y reducir su base de masas.
Además, la victoria del fascismo provoca el odio profundo y la indignación de las masas, contribuye a revolucionarlas e imprime un poderoso impulso al frente del proletariado contra el fascismo.
Llevando a cabo la política del nacionalismo económico (autarquía) y apropiándose la mayor parte de los ingresos de la nación para la preparación de la guerra, el fascismo socava toda la economía del país y agudiza la guerra económica entre los Estados capitalistas. Imprime a los conflictos, que surgen en el seno de la burguesía, un carácter violento y no pocas veces sangriento, minando así la estabilidad del poder estatal fascista a los ojos del pueblo. Un poder, que asesina a sus propios partidarios, como aconteció en Alemania el 30 de junio del año pasado, un poder como el fascista, contra el cual lucha con las armas en la mano otra parte de la burguesía fascista (putsch nacionalsocialista de Austria, las luchas violentas de distintos grupos fascistas contra los gobiernos fascistas de Polonia, Bulgaria, Finlandia y otros países), este poder no podrá mantener durante mucho tiempo su autoridad a los ojos de las extensas masas pequeñoburguesas.
La clase obrera tiene que saber aprovechar las contradicciones y conflictos existentes en el campo de la burguesía, pero no debe hacerse ilusiones de que el fascismo puede asfixiarse por sí solo. El fascismo no se derrumbará automáticamente. Sólo la actividad revolucionaria de la clase obrera hará que los conflictos, que surgen inevitablemente en el campo de la burguesía, se aprovechen para minar la dictadura fascista y derribarla.
Al liquidar los restos de la democracia burguesa y elevar la violencia abierta a sistema de gobierno, el fascismo socava las ilusiones democráticas y la autoridad de la ley a los ojos de las masas trabajadoras. Hay que añadir que esto sucede en países como, por ejemplo, Austria y España, donde los obreros han luchado con las armas en la mano contra el fascismo. El Austria, la lucha heroica del Schutzbund y de los comunistas hizo temblar, a pesar de la derrota, desde un principio la firmeza de la dictadura fascista.
En España, la burguesía no logró amordazar a los trabajadores. Las luchas armadas de Austria y España han hecho que masas cada vez más extensas de las clase obrera adquieran conciencia de la necesidad de la lucha revolucionaria de clases.
Sólo filisteos inverosímiles, lacayos de la burguesía, como el más viejo teórico de la Segunda Internacional, Carlos Kautsky, pueden reprochar a los obreros de Austria y España el haber empuñado las armas. ¿Qué aspecto presentaría hoy el movimiento obrero de Austria y España, si la clase obrera de estos países se hubiera dejado guiar por los traidores consejos de los Kautsky? La clase obrera de estos países atravesaría una profunda desmoralización en sus filas.
«Los pueblos -dijo Lenin- no pasan en vano por la escuela de la guerra civil. Esta es una escuela dura y en su programa, si es completo, entran también inevitablemente los triunfos de la contrarrevolución, el desenfreno de los reaccionarios enfurecidos, el ajuste de cuentas feroz del viejo poder con los rebeldes, etc. Pero sólo los pedantes declarados y las momias sin juicio pueden lloriquear, lamentándose de que los pueblos pasen por esa escuela llena de tormentos; esta escuela enseña a las clases oprimidas a librar la guerra civil y les enseña cómo triunfa la revolución, acumula en las masas de los esclavos actuales el odio, que los esclavos atemorizados, torpes e ignorantes llevan eternamente dentro y que conduce a los esclavos ya conscientes del oprobio de su esclavitud a las hazañas históricas más grandiosas».
La victoria del fascismo en Alemania provocó, como es sabido, una nueva oleada de ofensiva fascista, que condujo en Austria a la provocación de Dollfuss, en España a nuevas agresiones de la contrarrevolución contra las conquistas revolucionarias de las masas, en Polonia a la reforma fascista de la Constitución y en Francia incitó a los destacamentos armados de los fascistas a un intento de golpe de Estado en febrero de 1934. Pero esta victoria y la furia de la dictadura fascista han provocado sobre el plano internacional un contramovimiento de frente único proletario contra el fascismo. El incendio del Reichstag, que era la señal para la ofensiva general del fascismo contra la clase obrera, el atraco y expoliación contra los sindicatos y otras organizaciones obreras, los gritos de los antifascistas torturados en las mazmorras de los cuarteles y en los campos de concentración fascistas, revelan palpablemente a las masas adónde ha conducido el juego escisionista y reaccionario de los jefes de la socialdemocracia alemana, que rechazaron las propuestas de los comunistas para luchar unidos contra el fascismo agresor, y las convencen de la necesidad de unificar todas las fuerzas de la clase obrera para el derrocamiento del fascismo.
En Francia, la victoria de Hitler dio también un impulso decisivo a la creación del frente único de la clase obrera contra el fascismo. La victoria de Hitler no ha engendrado en los obreros solamente el temor por la suerte de los obreros alemanes, no sólo ha encendido el odio contra los verdugos de sus hermanos de clase alemanes, sino que, además, ha fortalecido su decisión de no permitir de ningún modo que suceda en su país lo que ha sucedido con la clase obrera en Alemania. La poderosa gravitación hacia el frente único en todos los países capitalistas pone de manifiesto que no han sido en vano las enseñanzas de la derrota. La clase obrera comienza a actuar de un modo nuevo. La iniciativa de los partidos comunistas en la organización del frente único y la abnegación sin límites de los comunistas, de los obreros revolucionarios, en la lucha contra el fascismo, acrecentaron, en proporciones nunca vistas, la autoridad de la Internacional Comunista. Al mismo tiempo, se desarrolla una honda crisis en el seno de la Segunda Internacional, crisis que se manifiesta y subraya con una claridad especial después de la bancarrota de la socialdemocracia alemana. Los obreros socialdemócratas pueden convencerse cada vez más palpablemente de que la Alemania fascista, con todos sus horrores y barbarie, es, en última instancia, una consecuencia de la política socialdemócrata de la colaboración de clase con la burguesía. Estas masas ven cada vez más claro que el camino, por el cual llevaron al proletariado los jefes de la socialdemocracia alemana, no debe repetirse. Jamás se ha dado en el campo de la Segunda Internacional ub desconcierto ideológico tan grande. En el seno de todos los partidos socialdemócratas, se opera un proceso de diferenciación. En sus filas se destacan dos campos básicos;: junto al campo existente de los elementos reaccionarios, que intentan por todos los medios mantener en pie el bloque de la socialdemocracia con la burguesía y rechazan rabiosamente el frente único con los comunistas, comienza a formarse el campo de los elementos revolucionarios, que abrigan dudas acerca de la justeza de la política de coaboración de clase con la burguesía, que abogan por la creación de un frente único con los comunistas y comienzan a pasarse cada vez en mayor grado a las posiciones de la lucha revolucionaria de clases.
Así, el fascismo, que ha surgido como resultado de la decadencia del sistema capitalista, actúa a fin de cuentas como un factor de su ulterior descomposición. Así, el fascismo, que ha asumido la tarea de enterrar al marxismo, la movimiento revolucionario de la clase obrera, él mismo lleva, como resultado de la dialéctica de la vida y de la lucha de clases, al desarrollo de las fuerzas llamadas a ser enterradoras, las enterradoras del capitalismo.
http://www.marxists.org/espanol/dimitrov/1935_1.htm
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El carácter de clase del fascismo
texto de Jorge Dimitrov***
Informe ante el VII Congreso de la Internacional Comunista, 2 de agosto de 1935
se puede descargar desde:
http://localhostr.com/files/a5240c/el%20carcter%20de%20clase%20del%20fascismo.pdf
***Jorge Dimitrov: nacido en Bulgaria en 1882, fallecido en Moscú en 1949. Militante comunista desde su juventud, fue uno de los dirigentes de la fallida insurrección revolucionaria en Bulgaria de 1923. Se exilió de su país y trabajó para la Komintern en varios países, siendo detenido en 1933 en Alemania tras la toma del poder por parte de los nazis al ser acusado de la quema del Reichstag (esta acción sirvió de pretexto al NSDAP para encarcelar y perseguir a los militantes y activistas comunistas). Tras ser encarcelado en Alemania, estudió las leyes alemanas para exponer su defensa ante el tribunal, siendo absuelto de todos los cargos. Repatriado a la URSS, que le concedió la nacionalidad soviética, en 1934 fue elegido secretario general de la Internacional Comunista y, como tal, presidió su último Congreso en 1935, en el que se aprobó la táctica de los frentes populares. Escribió numerosos textos contra el fascismo. Falleció en un hospital moscovita tras una larga enfermedad.
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***Jorge Dimitrov: nacido en Bulgaria en 1882, fallecido en Moscú en 1949. Militante comunista desde su juventud, fue uno de los dirigentes de la fallida insurrección revolucionaria en Bulgaria de 1923. Se exilió de su país y trabajó para la Komintern en varios países, siendo detenido en 1933 en Alemania tras la toma del poder por parte de los nazis al ser acusado de la quema del Reichstag (esta acción sirvió de pretexto al NSDAP para encarcelar y perseguir a los militantes y activistas comunistas). Tras ser encarcelado en Alemania, estudió las leyes alemanas para exponer su defensa ante el tribunal, siendo absuelto de todos los cargos. Repatriado a la URSS, que le concedió la nacionalidad soviética, en 1934 fue elegido secretario general de la Internacional Comunista y, como tal, presidió su último Congreso en 1935, en el que se aprobó la táctica de los frentes populares. Escribió numerosos textos contra el fascismo. Falleció en un hospital moscovita tras una larga enfermedad.
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"Dimitrov: gran revolucionario proletario" - texto de José Sotomayor Pérez "Altamira" - publicado por el PCPr
"La Unión Juvenil Obrera debe ser una escuela del socialismo" - texto de Jorge Dimitrov de 1946 - publicado en 1992 por la LJC de México
El fascismo y la clase obrera [Dimitrov]
Georgi Dimitrov, padre del frente único antifascista
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La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo
discurso de Jorge Dimitrov a modo de Informe ante el VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista - 2 de agosto de 1935
60 páginas de excelente formato pdf
se puede descargar desde:
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Yo creía que la estrategia del Komitern era el Frente Popular y no el Frente Único... unos hablan de Frente Popular, otros de Frente Único... Ahora mismo estoy un poco confuso :S
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Se puede leer y descargar el texto titulado La unidad de la clase obrera en la lucha contra el fascismo, informe-discurso de Georges Dimitrov (también conocido como La clase obrera contra el fascismo o como El fascismo y la clase obrera o como La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo) pronunciado en el VII Congreso de la internacional Comunista, el día 2 de agosto de 1935, desde distintos enlaces, cada uno de ellos con un título distinto para este discurso. En casi todos son alrededor de 50 o 60 páginas de muy buen formato pdf.
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Se puede leer y descargar el texto titulado La unidad de la clase obrera en la lucha contra el fascismo, informe-discurso de Georges Dimitrov (también conocido como La clase obrera contra el fascismo o como El fascismo y la clase obrera o como La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo) pronunciado en el VII Congreso de la internacional Comunista, el día 2 de agosto de 1935, desde distintos enlaces, cada uno de ellos con un título distinto para este discurso. En casi todos son alrededor de 50 páginas de muy buen formato pdf.
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Los blogs Odio de Clase y Patria Zurda han publicado en julio de 2013 el texto:
EL CARÁCTER DE CLASE DEL FASCISMO, de Jorge Dimitrov
se puede leer y copiar en los links:
http://guerrillaviaweb.blogspot.com.es/2013/07/el-caracter-de-clase-del-fascismo.html
http://odiodeclase.blogspot.com.es/2013/07/el-caracter-de-clase-del-fascismo.html
Benito Mussolini, líder fascista italiano nombrado como Il Duce
EL CARÁCTER DE CLASE DEL FASCISMO, de Jorge Dimitrov
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Fusiono.
------------------------------
No hay Revolución sin Revolucionarios
Los revolucionarios de todo el mundo somos hermanos
Jose de San Martín
"Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria."
Comandante Ernesto "Che" Guevara
"En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre"
Marcelo Bielsa
elcamaradasanchez- Gran camarada
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¿Alguién me podría aclarar esta duda?elcamaradasanchez escribió:Yo creía que la estrategia del Komitern era el Frente Popular y no el Frente Único... unos hablan de Frente Popular, otros de Frente Único... Ahora mismo estoy un poco confuso :S
Gracias por adelantado.
NG- Miembro del Soviet
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Camarada lee la obra, en la obra de Dimitrov esta implícita las diferencias, en las obras de Lenin sobre las cuestiones de la Komintern también, no quieras que los demás te ayuden a resolver algo tan simple.
Jordi de Terrassa- Camarada Comisario
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El VII Congreso de la Internacional Comunista se reunió en agosto de 1935 en Moscú, tras el auge del nazi-fascismo, y la crítica a la línea de frente único adoptada en el anterior Congreso calificada de izquierdista, se dio paso a la política de frentes populares.
Saludos.
Saludos.
elcamaradasanchez- Gran camarada
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Gracias por el consejoNG escribió:Camarada lee la obra, en la obra de Dimitrov esta implícita las diferencias, en las obras de Lenin sobre las cuestiones de la Komintern también, no quieras que los demás te ayuden a resolver algo tan simple.
Y disculpas a los camaradas si he molestado con una tontería.
NG- Miembro del Soviet
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Georgi Dimitrov
La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo (1935)
CITA DEL TEXTO
'(…) La característica de la victoria del fascismo es precisamente la circunstancia de que dicha victoria atestigua por una parte la debilidad del proletariado, desorganizado y paralizado por la política escisionista socialdemócrata de colaboración de clase con la burguesía y, por otra parte, revela la debilidad de la propia burguesía que tiene miedo a que se realice la unidad de lucha de la clase obrera, que teme a la revolución y no está ya en condiciones de mantener su dictadura sobre la masas con los viejos métodos de la democracia burguesa y del parlamentarismo. (…)'
La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera
Georgi Dimitrov
INTRODUCCIÓN DEL EDITOR
'(…) Aprovechando la reedición que estamos llevando a cabo del antaño famoso y brillante informe de Georgi Dimitrov, volveremos a ver punto por punto el porqué de la transcendencia histórica de este informe presentado en un ya lejano 2 de agosto de 1935. Con una burguesía internacional agraviada y con su sistema capitalista en plena decadencia frente a los éxitos soviéticos de entonces, con el peligro del fascismo ya no en pantalla sino materializado en muchos países, y encubiertos en otros de manera más recatada, y con los primeros grandes movimientos belicistas de los países fascistas, este informe viene a ser la constatación del peligro ya anunciado años antes por la Internacional Comunista –Komintern–de lo que pasaría si el fascismo llegaba al poder. La precisión de las respuestas dadas a cuestiones tan apremiantes e importantes no deja duda alguna si se es estudiado este informe. El punto central de este primer punto será analizar el carácter de clase del fascismo, el porqué la burguesía mundial requiere acudir al fascismo en momentos tan difíciles para ella, ¿cómo es facilitado su acceso al poder, cómo se impide que acceda al poder? ¿cual han sido los errores de la propia Komintern o de la socialdemocracia entorno al fascismo? ¿cuáles son las contradicciones inherentes del fascismo que lo hacen débil? ¿que ofrece a las masas trabajadoras dicho régimen fascista? ¿para nosotros los comunistas es lo mismo la democracia burguesa que el fascismo? A todo ello se responde aquí.
La segunda parte del informe, donde se presenta la política del frente único para los años 30, que siguiendo la estela leninista de años atrás, se declara, en palabras suyas como la «defensa de los intereses económicos y políticos inmediatos de la clase obrera, y su defensa contra el fascismo». Aquí claramente, el búlgaro hace un esfuerzo por desligar de las mentes de los más eminentes comunistas las tácticas erróneas pasadas en cuanto a los sindicatos, en cuanto a las relaciones con la dirigencia y militancia socialdemócrata, en cuanto a las diferencias a las particularidades del frente único en cada país, en cuanto al trabajo en las organizaciones fascistas de masas. El informe plantea por tanto una clara rectificación de las estrategias generales y tácticas concretas sobre muchos temas de importancia. Destacamos, que tiene en cierta forma un nexo con el concepto de frente único estipulado por la Komintern en 1922 que tanta influencia tuvo en Dimitrov en el concepto de frente único para la Bulgaria de esos años. Se plantean temas muy importantes para aquellos días como la actitud a tomar por el partido sobre el frente único en los países donde gobiernan los socialdemócratas, o la actitud del mismo partido frente a la posibilidad de liderar un eventual gobierno de frente único, aquí precisamente Georgi Dimitrov daría un primer golpe a las concepciones revisionistas sobre un Estado intermedio de clases explotadoras y sus contrarios de clase, golpe teórico al derechismo, que sería pulido años después con su Informe al Vº Congreso del PCB en 1948. Podemos decir que este informe de Dimitrov fue la consecución de una serie de luchas dentro de la Komintern para corregir la deriva anterior, este viraje parece que fue apoyado por el PC (b) de la URSS, ya que un año antes, en 1934, en Pravda se publicó un artículo que era la antesala de lo que vemos aquí. En el ámbito de la Komintern, el cambio de rumbo puede verse en las declaraciones de 1933 sobre Alemania.
Es notoria la desorientación de los militantes comunistas actuales en cuanto a saber diferenciar frente único, frente popular, así como el contenido y objetivos de estos. Por ello recomendamos el profundo estudio de este y otros análisis de la Komintern como de la Kominform para aclarar dudas, y para que el lector pueda superar los mitos de la historiografía burguesa-revisionista sobre las estrategias y tácticas de los partidos marxista-leninistas.
En la última parte del informe, como Georgi Dimitrov indica, el frente único de la clase obrera debe de ser dirigido por el partido comunista si quiere ser garantía de éxito, el interés del triunfo de este frente que va dirigido contra el capital como comenta «no representa un interés cerrado del partido, sino un interés de toda la clase obrera». Como ha venido haciendo durante todo el informe, Dimitrov da un golpe frente al izquierdismo que ve las cosas de forma esquemática, unilateral, de modo metafísico, sabiendo el búlgaro que estos defectos no leves, son la razón de que los partidos comunistas no hayan podido establecer el frente único con éxito, que los partidos comunistas se vean como partidos insignificantes frente a las masas seducidas por el resto de partidos reformistas y revisionistas, y la razón obvia, de que no hayan podido ponerle freno al ascenso del fascismo. También Georgi Dimitrov, pareciendo a lo que se podía temer tras la caída de un régimen fascista donde hubiera triunfado el frente único, estipula unas exigencias claras para una posible unión entre socialdemócratas y comunistas bajo un mismo partido, siendo estas exigencias, la base de lo que pasaría en muchas de las democracias populares como vimos en los años 40, y pese a no adelantarlo esta vez el autor, volviendo a aparecer las tendencias derechistas que abogaban por la unión sin una liquidación de la ideología socialdemócrata, como pretendía que fuera Gomulka, y como Bierut bien denunció. De igual modo, estamos de acuerdo en la evaluación de Enver Hoxha, en que posiblemente bajo esta fusión, o mejor dicho; bajo no llevar bien la fusión bajo los puntos aquí enunciados por Dimitrov, muchas de las democracias populares y sus partidos se infectaron –sobre todo de parte de los dirigentes socialdemócratas incorporados que aceptaron el marxismo-leninismo– con un espíritu liberal, que si bien no ganó al partido entre el periodo 1944-1953, si serviría de base para el asenso del jruschovismo. (…)'
NG
Pedro José Madrigales Reyes
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o
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La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo (1935)
CITA DEL TEXTO
'(…) La característica de la victoria del fascismo es precisamente la circunstancia de que dicha victoria atestigua por una parte la debilidad del proletariado, desorganizado y paralizado por la política escisionista socialdemócrata de colaboración de clase con la burguesía y, por otra parte, revela la debilidad de la propia burguesía que tiene miedo a que se realice la unidad de lucha de la clase obrera, que teme a la revolución y no está ya en condiciones de mantener su dictadura sobre la masas con los viejos métodos de la democracia burguesa y del parlamentarismo. (…)'
La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera
Georgi Dimitrov
INTRODUCCIÓN DEL EDITOR
'(…) Aprovechando la reedición que estamos llevando a cabo del antaño famoso y brillante informe de Georgi Dimitrov, volveremos a ver punto por punto el porqué de la transcendencia histórica de este informe presentado en un ya lejano 2 de agosto de 1935. Con una burguesía internacional agraviada y con su sistema capitalista en plena decadencia frente a los éxitos soviéticos de entonces, con el peligro del fascismo ya no en pantalla sino materializado en muchos países, y encubiertos en otros de manera más recatada, y con los primeros grandes movimientos belicistas de los países fascistas, este informe viene a ser la constatación del peligro ya anunciado años antes por la Internacional Comunista –Komintern–de lo que pasaría si el fascismo llegaba al poder. La precisión de las respuestas dadas a cuestiones tan apremiantes e importantes no deja duda alguna si se es estudiado este informe. El punto central de este primer punto será analizar el carácter de clase del fascismo, el porqué la burguesía mundial requiere acudir al fascismo en momentos tan difíciles para ella, ¿cómo es facilitado su acceso al poder, cómo se impide que acceda al poder? ¿cual han sido los errores de la propia Komintern o de la socialdemocracia entorno al fascismo? ¿cuáles son las contradicciones inherentes del fascismo que lo hacen débil? ¿que ofrece a las masas trabajadoras dicho régimen fascista? ¿para nosotros los comunistas es lo mismo la democracia burguesa que el fascismo? A todo ello se responde aquí.
La segunda parte del informe, donde se presenta la política del frente único para los años 30, que siguiendo la estela leninista de años atrás, se declara, en palabras suyas como la «defensa de los intereses económicos y políticos inmediatos de la clase obrera, y su defensa contra el fascismo». Aquí claramente, el búlgaro hace un esfuerzo por desligar de las mentes de los más eminentes comunistas las tácticas erróneas pasadas en cuanto a los sindicatos, en cuanto a las relaciones con la dirigencia y militancia socialdemócrata, en cuanto a las diferencias a las particularidades del frente único en cada país, en cuanto al trabajo en las organizaciones fascistas de masas. El informe plantea por tanto una clara rectificación de las estrategias generales y tácticas concretas sobre muchos temas de importancia. Destacamos, que tiene en cierta forma un nexo con el concepto de frente único estipulado por la Komintern en 1922 que tanta influencia tuvo en Dimitrov en el concepto de frente único para la Bulgaria de esos años. Se plantean temas muy importantes para aquellos días como la actitud a tomar por el partido sobre el frente único en los países donde gobiernan los socialdemócratas, o la actitud del mismo partido frente a la posibilidad de liderar un eventual gobierno de frente único, aquí precisamente Georgi Dimitrov daría un primer golpe a las concepciones revisionistas sobre un Estado intermedio de clases explotadoras y sus contrarios de clase, golpe teórico al derechismo, que sería pulido años después con su Informe al Vº Congreso del PCB en 1948. Podemos decir que este informe de Dimitrov fue la consecución de una serie de luchas dentro de la Komintern para corregir la deriva anterior, este viraje parece que fue apoyado por el PC (b) de la URSS, ya que un año antes, en 1934, en Pravda se publicó un artículo que era la antesala de lo que vemos aquí. En el ámbito de la Komintern, el cambio de rumbo puede verse en las declaraciones de 1933 sobre Alemania.
Es notoria la desorientación de los militantes comunistas actuales en cuanto a saber diferenciar frente único, frente popular, así como el contenido y objetivos de estos. Por ello recomendamos el profundo estudio de este y otros análisis de la Komintern como de la Kominform para aclarar dudas, y para que el lector pueda superar los mitos de la historiografía burguesa-revisionista sobre las estrategias y tácticas de los partidos marxista-leninistas.
En la última parte del informe, como Georgi Dimitrov indica, el frente único de la clase obrera debe de ser dirigido por el partido comunista si quiere ser garantía de éxito, el interés del triunfo de este frente que va dirigido contra el capital como comenta «no representa un interés cerrado del partido, sino un interés de toda la clase obrera». Como ha venido haciendo durante todo el informe, Dimitrov da un golpe frente al izquierdismo que ve las cosas de forma esquemática, unilateral, de modo metafísico, sabiendo el búlgaro que estos defectos no leves, son la razón de que los partidos comunistas no hayan podido establecer el frente único con éxito, que los partidos comunistas se vean como partidos insignificantes frente a las masas seducidas por el resto de partidos reformistas y revisionistas, y la razón obvia, de que no hayan podido ponerle freno al ascenso del fascismo. También Georgi Dimitrov, pareciendo a lo que se podía temer tras la caída de un régimen fascista donde hubiera triunfado el frente único, estipula unas exigencias claras para una posible unión entre socialdemócratas y comunistas bajo un mismo partido, siendo estas exigencias, la base de lo que pasaría en muchas de las democracias populares como vimos en los años 40, y pese a no adelantarlo esta vez el autor, volviendo a aparecer las tendencias derechistas que abogaban por la unión sin una liquidación de la ideología socialdemócrata, como pretendía que fuera Gomulka, y como Bierut bien denunció. De igual modo, estamos de acuerdo en la evaluación de Enver Hoxha, en que posiblemente bajo esta fusión, o mejor dicho; bajo no llevar bien la fusión bajo los puntos aquí enunciados por Dimitrov, muchas de las democracias populares y sus partidos se infectaron –sobre todo de parte de los dirigentes socialdemócratas incorporados que aceptaron el marxismo-leninismo– con un espíritu liberal, que si bien no ganó al partido entre el periodo 1944-1953, si serviría de base para el asenso del jruschovismo. (…)'
NG
Pedro José Madrigales Reyes
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He borrado un par de mensajes sobre fusionado, que no aportan nada al post.
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►La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo (discurso de 1935)
Jorge Dimitrov
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