La filosofía marxista-leninista es el materialismo dialéctico
Alberto Gómez González
web Boltxe - año 2016
publicado en el Foro en 7 mensajes
Es casi un tópico de cualquier manual soviético de marxismo-leninismo, escrito por algún señor cuyo apellido impronunciable casi siempre acaba en -ov o en -ev, decir que, al contrario que para la burguesía, para el proletariado son necesarios los conocimientos más profundos para avanzar en la transformación de la sociedad. Como nosotros no somos soviéticos ni alemanes orientales, sino andaluces, y, generalmente, nuestros nombres acaban en -ez, tenemos que explicarnos un poco. Para cambiar algo, para trabajar sobre lo que sea, son necesarios unos mínimos conocimientos.
A nadie se le ocurriría meterle mano a las cañerías o al cableado de su casa sin tener ni idea alguna de fontanería o de electricidad. Por ende, ¿cómo se te va a pasar por la cabeza transformar la realidad social sin saber ni por asomo de en qué consiste? Lógicamente, si quieres militar como militante crítico en cualquier movimiento que aspire a mejorar el mundo, y no como un simple borreguito en manos de los dirigentes de turno, necesitas comprenderlo. Por eso si te planteas realmente afrontar tan noble tarea, debes estudiar y asumir una nueva y revolucionaria concepción del mundo, el marxismo-leninismo, empezando por un estudio metódico y profundo de su filosofía: el materialismo dialéctico.
En palabras de Karl Marx, «así como la filosofía encuentra en la filosofía su arma material, el proletariado encuentra en la filosofía su arma espiritual». Esto significa asumir una nueva forma de pensar, sustituir la ramplona lógica formal por la lógica dialéctica, a través de largo de un largo proceso de sedimentación de conocimientos que se da por medio de un esfuerzo diario de muchos años.
En un momento dado de la Historia de la Humanidad, con el agotamiento del feudalismo y el desarrollo del capitalismo, el increíble incremento de las fuerzas productivas sirvió de base sobre la que se dio un gran florecimiento cultural que permitió el progreso de las ciencias naturales en el que se basó el materialismo moderno y, por otra parte y gracias al desarrollo del conocimiento de las leyes del pensamiento, la aparición de la dialéctica de Hegel. Marx y Engels realizaron una síntesis intelectual de ambas corrientes filosóficas consiguiendo su superación con el materialismo dialéctico.
El desarrollo y progreso de la Ciencia durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI no hace sino confirmar las tesis filosóficas de nuestros clásicos y su absoluta utilidad práctica. Históricamente, tanto la burguesía como sus agentes en el seno del movimiento obrero, oportunistas y revisionistas de todas las calañas, siempre han atacado e intentado desprestigiar el materialismo dialéctico. Así, cuando alguien intenta desvirtuar el contenido revolucionario y de clase del marxismo siempre empieza o termina por deformar al materialismo dialéctico ya que es este la base de la concepción del mundo proletaria.
A este respecto, Lenin mantenía que: toda una serie de escritores que pretenden ser marxistas han emprendido en nuestro país, en el año en curso, una verdadera campaña contra la filosofía del marxismo… Todos estos individuos no pueden ignorar que Marx y Engels, decenas de veces, dieron a sus concepciones filosóficas el nombre de materialismo dialéctico2. En la falsificación del marxismo en forma oportunista, reemplazar la dialéctica por el eclecticismo es el modo más fácil de engañar a la gente. Le da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias de desarrollo, todas las influencias contradictorias, etcétera, cuando en realidad no proporciona ninguna concepción integral y revolucionaria del proceso de desarrollo social3.
Autores tremendamente populares hoy por hoy en el campo de la izquierda se basan en ese eclecticismo y extienden una visión deforme e inconsecuente del marxismo con peregrinas conclusiones teóricas y dudosas aplicaciones prácticas. Y es que sin comprender profundamente el materialismo dialéctico, sin «revolucionar» tu concepción del mundo es imposible que puedas comprender cabalmente el marxismo-leninismo y asimilarlo, y terminarás, de una u otra forma, o bien en el revisionismo o bien en el dogmatismo, que no son sino la consecuencia lógica de una visión unilateral de la teoría revolucionaria.
El materialismo
A comienzos del siglo XIX, como resultado de la descomposición de la escuela filosófica de Hegel, se desarrolló la escuela de los jóvenes hegelianos, que, frente al hegelianismo «oficial», opinaban que el Estado y la sociedad prusianos de la época no eran la culminación de la Historia, y que la sociedad prusiana del momento estaba lejos de la perfección puesto que contenía bolsas de pobreza, censura gubernamental, y discriminación religiosa.
En esa época, Karl Marx se adhirió a las posiciones de Ludwig Feuerbach que había roto con Hegel desde posiciones materialistas, si bien en forma inconsecuente y unilateral. Según Engels: Feuerbach era el único que tenía importancia como filósofo. Pero la filosofía, esa supuesta ciencia de las ciencias que parece flotar sobre todas las demás ciencias específicas y las resume y sintetiza, no sólo siguió siendo para él un límite infranqueable, algo sagrado e intangible, sino que, además, como filósofo, Feuerbach se quedó a mitad de camino, abajo era materialista y por arriba idealista: no venció críticamente a Hegel, sino que se limitó a echarlo a un lado como inservible, mientras que, él mismo, frente a la riqueza enciclopédica del sistema hegeliano, no supo aportar nada positivo, más que una ampulosa religión del amor y una moral pobre e impotente4.
El materialismo no es más que concebir el mundo (tanto la naturaleza como la sociedad humana) tal como es, dejando de lado cualquier prejuicio idealista que pueda nublarla. El materialismo no admite la existencia de fuerzas sobrenaturales ni de Demiurgo alguno y, al hacer esto, emancipa a la humanidad de las supersticiones y de una milenaria dependencia espiritual, liberándola y haciéndola superar ese estadio de eterno infantilismo al que la somete el pensamiento mágico. Una persona que asume el materialismo se «empodera» y se eleva sobre la gran masa de eunucos mentales fabricados a escala industrial por la propaganda ideológica del misticismo y la religión. El desarrollo de los conocimiento científicos avala, como no podía ser de otra forma, esta especulación filosófica al punto ya existen teorías que niegan, incluso, que el Universo tenga un momento inicial como las basadas en la cosmología de branas, por ejemplo. Evidentemente nuestros conocimientos científicos son del todo insuficientes para explicar esto o, siquiera, para valorar la corrección o no de estas teorías y, desde luego, rebasa en mucho el propósito de esta obra. Pero queremos apuntar que la Ciencia no sólo rechaza de facto la existencia de un Creador sino que ya llega a un punto en que empieza a negar la Creación del Cosmos en si misma y, con ello, no hace más que corroborar el acierto del materialismo filosófico.
La demostración de que no existe Dios alguno ni ningún tipo de «creador» se da en la evolución material, cultural y científica del ser humano. Así vemos como, paso a paso, va arrinconándose el pensamiento mágico y la superstición religiosa y llegamos a la conclusión de que, al fin y a la postre, su único destino es la desaparición. Tal vez te pueda extrañar que este no haya sido aún liquidado por la Historia, pero debes ser consciente de que los intereses de las clases opresoras mantienen y defienden toda clase de supersticiones y mistificaciones de la realidad (desde la religión a los horóscopos pasando por los OVNIS nazis o antepasados extraterrestres para la Humanidad).
Materialismo contra idealismo
El problema esencial de la Filosofía es el de la relación del ser y el pensar, entra la naturaleza y el espíritu, entre la materia y la idea. ¿Que surgió antes? Los filósofos se dividen en dos grandes campos en función de la respuesta que se le da a esta pregunta:
para el idealismo, el espíritu surge antes que la materia y, en coherencia con ello, plantean que, de una u otra forma, la idea (el espíritu) es quien ha creado la materia. Vemos, por tanto, que tras el idealismo se esconde, de una forma u otra la religión, el concepto de Dios.
para el materialismo la naturaleza, la materia, es anterior a la idea, la cual es consecuencia de esta. Es, en consecuencia, enemigo de cualquier religión o superstición, de cualquier mistificación de la realidad.
Los opresores siempre utilizaron esta capacidad de distorsión de la realidad de la religión para ocultar y justificar su explotación. Es por ello que, aquellos que luchan por su liberación política o social deben luchar al mismo tiempo por emancipar sus mentes de la castración mental a la que son sometidas por el pensamiento mágico.
Por ejemplo, para Marx: …en el siglo XVIII , sobre todo en Francia, no había sido solamente una lucha contra las instituciones políticas existentes y, al mismo tiempo, contra la religión y la teología, sino también… contra toda metafísica (en el sentido de «especulación ebria», a diferencia de la «filosofía sobria»)5
Marx decía que la unidad verdadera del mundo está en su materialidad, y esta última se prueba, no por algunas frases de charlatán y por algunos manejos de prestidigitador, sino por una larga y laboriosa evolución de la filosofía y de las ciencias de la naturaleza.
Todo lo que existe en el Universo tiene una cosa en común: es algo material. Pero ¿qué es la materia? En realidad cuando decimos «materia» estamos utilizando un concepto abstracto, que resume una inmensa variedad de cosas.
La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada y reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas6.
El movimiento es el modo de existencia, la manera de ser de la materia. Nunca, ni en parte alguna, ha habido ni puede haber materia sin movimiento. (…) La materia sin movimiento es tan impensable como el movimiento sin materia.
Si se considera de más cerca qué son el pensamiento y la conciencia y de dónde provienen, se halla que son el producto del cerebro humano y que el hombre mismo es un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en y con el medio ambiente; lo cual permite comprender cómo los productos del cerebro humano que, en último análisis, son igualmente productos de la naturaleza, no están en contradicción con el orden de la naturaleza y coinciden con el mismo.
Al fin y al cabo, el pensamiento no es sino el resultado de algo material, del cerebro, y más concretamente, es el reflejo, más o menos deformado, en ese mismo cerebro de la realidad exterior.
Stalin explicaba del materialismo que: parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarían de revelar y de dar a conocer7.
El materialismo anterior a Marx era, pese a todo, unilateral, mecanicista y, por tanto, anticientífico. Para este materialismo primitivo el movimiento se reducía al movimiento mecánico, dando la espalda a todos los avances científicos del siglo XIX. En consecuencia, este viejo materialismo no tenía un carácter dialéctico, no concebía la realidad como procesos en desarrollo relacionados con todo lo que les rodea, sino como compartimentos estanco, como objetos fijos y acabados. De ahí que, para él, existiera una especie de «esencia humana» que no era producto de las relaciones sociales determinadas de un momento histórico, sino que era inmutable e igual para todos y en todos los tiempos. Por eso, el materialismo pre-marxista se limitaba a interpretar el mundo, no a transformarlo: porque no entendía la importancia de la acción práctica. En palabras de Marx, «los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.8»
Hemos dicho que las ideas son producto y reflejo, más o menos deformado, de la materia. Pero eso no significa que las ideas no influyan el desarrollo de la sociedad humana.
Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a éstas contra las fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad9.
La síntesis superadora del materialismo pre-marxista y la dialéctica hegeliana permitió a ambos corregir sus errores y colocarse de lleno en el campo de la Ciencia, dando fin al desencuentro entre Filosofía y Ciencia que durante casi dos mil años, aproximadamente desde Aristóteles, se había dado. De ahí que para el marxismo-leninismo, el materialismo dialéctico sea la base de nuestra concepción del mundo, una concepción científica del mismo.
Alberto Gómez González
web Boltxe - año 2016
publicado en el Foro en 7 mensajes
Es casi un tópico de cualquier manual soviético de marxismo-leninismo, escrito por algún señor cuyo apellido impronunciable casi siempre acaba en -ov o en -ev, decir que, al contrario que para la burguesía, para el proletariado son necesarios los conocimientos más profundos para avanzar en la transformación de la sociedad. Como nosotros no somos soviéticos ni alemanes orientales, sino andaluces, y, generalmente, nuestros nombres acaban en -ez, tenemos que explicarnos un poco. Para cambiar algo, para trabajar sobre lo que sea, son necesarios unos mínimos conocimientos.
A nadie se le ocurriría meterle mano a las cañerías o al cableado de su casa sin tener ni idea alguna de fontanería o de electricidad. Por ende, ¿cómo se te va a pasar por la cabeza transformar la realidad social sin saber ni por asomo de en qué consiste? Lógicamente, si quieres militar como militante crítico en cualquier movimiento que aspire a mejorar el mundo, y no como un simple borreguito en manos de los dirigentes de turno, necesitas comprenderlo. Por eso si te planteas realmente afrontar tan noble tarea, debes estudiar y asumir una nueva y revolucionaria concepción del mundo, el marxismo-leninismo, empezando por un estudio metódico y profundo de su filosofía: el materialismo dialéctico.
En palabras de Karl Marx, «así como la filosofía encuentra en la filosofía su arma material, el proletariado encuentra en la filosofía su arma espiritual». Esto significa asumir una nueva forma de pensar, sustituir la ramplona lógica formal por la lógica dialéctica, a través de largo de un largo proceso de sedimentación de conocimientos que se da por medio de un esfuerzo diario de muchos años.
En un momento dado de la Historia de la Humanidad, con el agotamiento del feudalismo y el desarrollo del capitalismo, el increíble incremento de las fuerzas productivas sirvió de base sobre la que se dio un gran florecimiento cultural que permitió el progreso de las ciencias naturales en el que se basó el materialismo moderno y, por otra parte y gracias al desarrollo del conocimiento de las leyes del pensamiento, la aparición de la dialéctica de Hegel. Marx y Engels realizaron una síntesis intelectual de ambas corrientes filosóficas consiguiendo su superación con el materialismo dialéctico.
El desarrollo y progreso de la Ciencia durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI no hace sino confirmar las tesis filosóficas de nuestros clásicos y su absoluta utilidad práctica. Históricamente, tanto la burguesía como sus agentes en el seno del movimiento obrero, oportunistas y revisionistas de todas las calañas, siempre han atacado e intentado desprestigiar el materialismo dialéctico. Así, cuando alguien intenta desvirtuar el contenido revolucionario y de clase del marxismo siempre empieza o termina por deformar al materialismo dialéctico ya que es este la base de la concepción del mundo proletaria.
A este respecto, Lenin mantenía que: toda una serie de escritores que pretenden ser marxistas han emprendido en nuestro país, en el año en curso, una verdadera campaña contra la filosofía del marxismo… Todos estos individuos no pueden ignorar que Marx y Engels, decenas de veces, dieron a sus concepciones filosóficas el nombre de materialismo dialéctico2. En la falsificación del marxismo en forma oportunista, reemplazar la dialéctica por el eclecticismo es el modo más fácil de engañar a la gente. Le da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias de desarrollo, todas las influencias contradictorias, etcétera, cuando en realidad no proporciona ninguna concepción integral y revolucionaria del proceso de desarrollo social3.
Autores tremendamente populares hoy por hoy en el campo de la izquierda se basan en ese eclecticismo y extienden una visión deforme e inconsecuente del marxismo con peregrinas conclusiones teóricas y dudosas aplicaciones prácticas. Y es que sin comprender profundamente el materialismo dialéctico, sin «revolucionar» tu concepción del mundo es imposible que puedas comprender cabalmente el marxismo-leninismo y asimilarlo, y terminarás, de una u otra forma, o bien en el revisionismo o bien en el dogmatismo, que no son sino la consecuencia lógica de una visión unilateral de la teoría revolucionaria.
El materialismo
A comienzos del siglo XIX, como resultado de la descomposición de la escuela filosófica de Hegel, se desarrolló la escuela de los jóvenes hegelianos, que, frente al hegelianismo «oficial», opinaban que el Estado y la sociedad prusianos de la época no eran la culminación de la Historia, y que la sociedad prusiana del momento estaba lejos de la perfección puesto que contenía bolsas de pobreza, censura gubernamental, y discriminación religiosa.
En esa época, Karl Marx se adhirió a las posiciones de Ludwig Feuerbach que había roto con Hegel desde posiciones materialistas, si bien en forma inconsecuente y unilateral. Según Engels: Feuerbach era el único que tenía importancia como filósofo. Pero la filosofía, esa supuesta ciencia de las ciencias que parece flotar sobre todas las demás ciencias específicas y las resume y sintetiza, no sólo siguió siendo para él un límite infranqueable, algo sagrado e intangible, sino que, además, como filósofo, Feuerbach se quedó a mitad de camino, abajo era materialista y por arriba idealista: no venció críticamente a Hegel, sino que se limitó a echarlo a un lado como inservible, mientras que, él mismo, frente a la riqueza enciclopédica del sistema hegeliano, no supo aportar nada positivo, más que una ampulosa religión del amor y una moral pobre e impotente4.
El materialismo no es más que concebir el mundo (tanto la naturaleza como la sociedad humana) tal como es, dejando de lado cualquier prejuicio idealista que pueda nublarla. El materialismo no admite la existencia de fuerzas sobrenaturales ni de Demiurgo alguno y, al hacer esto, emancipa a la humanidad de las supersticiones y de una milenaria dependencia espiritual, liberándola y haciéndola superar ese estadio de eterno infantilismo al que la somete el pensamiento mágico. Una persona que asume el materialismo se «empodera» y se eleva sobre la gran masa de eunucos mentales fabricados a escala industrial por la propaganda ideológica del misticismo y la religión. El desarrollo de los conocimiento científicos avala, como no podía ser de otra forma, esta especulación filosófica al punto ya existen teorías que niegan, incluso, que el Universo tenga un momento inicial como las basadas en la cosmología de branas, por ejemplo. Evidentemente nuestros conocimientos científicos son del todo insuficientes para explicar esto o, siquiera, para valorar la corrección o no de estas teorías y, desde luego, rebasa en mucho el propósito de esta obra. Pero queremos apuntar que la Ciencia no sólo rechaza de facto la existencia de un Creador sino que ya llega a un punto en que empieza a negar la Creación del Cosmos en si misma y, con ello, no hace más que corroborar el acierto del materialismo filosófico.
La demostración de que no existe Dios alguno ni ningún tipo de «creador» se da en la evolución material, cultural y científica del ser humano. Así vemos como, paso a paso, va arrinconándose el pensamiento mágico y la superstición religiosa y llegamos a la conclusión de que, al fin y a la postre, su único destino es la desaparición. Tal vez te pueda extrañar que este no haya sido aún liquidado por la Historia, pero debes ser consciente de que los intereses de las clases opresoras mantienen y defienden toda clase de supersticiones y mistificaciones de la realidad (desde la religión a los horóscopos pasando por los OVNIS nazis o antepasados extraterrestres para la Humanidad).
Materialismo contra idealismo
El problema esencial de la Filosofía es el de la relación del ser y el pensar, entra la naturaleza y el espíritu, entre la materia y la idea. ¿Que surgió antes? Los filósofos se dividen en dos grandes campos en función de la respuesta que se le da a esta pregunta:
para el idealismo, el espíritu surge antes que la materia y, en coherencia con ello, plantean que, de una u otra forma, la idea (el espíritu) es quien ha creado la materia. Vemos, por tanto, que tras el idealismo se esconde, de una forma u otra la religión, el concepto de Dios.
para el materialismo la naturaleza, la materia, es anterior a la idea, la cual es consecuencia de esta. Es, en consecuencia, enemigo de cualquier religión o superstición, de cualquier mistificación de la realidad.
Los opresores siempre utilizaron esta capacidad de distorsión de la realidad de la religión para ocultar y justificar su explotación. Es por ello que, aquellos que luchan por su liberación política o social deben luchar al mismo tiempo por emancipar sus mentes de la castración mental a la que son sometidas por el pensamiento mágico.
Por ejemplo, para Marx: …en el siglo XVIII , sobre todo en Francia, no había sido solamente una lucha contra las instituciones políticas existentes y, al mismo tiempo, contra la religión y la teología, sino también… contra toda metafísica (en el sentido de «especulación ebria», a diferencia de la «filosofía sobria»)5
Marx decía que la unidad verdadera del mundo está en su materialidad, y esta última se prueba, no por algunas frases de charlatán y por algunos manejos de prestidigitador, sino por una larga y laboriosa evolución de la filosofía y de las ciencias de la naturaleza.
Todo lo que existe en el Universo tiene una cosa en común: es algo material. Pero ¿qué es la materia? En realidad cuando decimos «materia» estamos utilizando un concepto abstracto, que resume una inmensa variedad de cosas.
La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva, dada al hombre en sus sensaciones, calcada, fotografiada y reflejada por nuestras sensaciones y existente independientemente de ellas6.
El movimiento es el modo de existencia, la manera de ser de la materia. Nunca, ni en parte alguna, ha habido ni puede haber materia sin movimiento. (…) La materia sin movimiento es tan impensable como el movimiento sin materia.
Si se considera de más cerca qué son el pensamiento y la conciencia y de dónde provienen, se halla que son el producto del cerebro humano y que el hombre mismo es un producto de la naturaleza, que se ha desarrollado en y con el medio ambiente; lo cual permite comprender cómo los productos del cerebro humano que, en último análisis, son igualmente productos de la naturaleza, no están en contradicción con el orden de la naturaleza y coinciden con el mismo.
Al fin y al cabo, el pensamiento no es sino el resultado de algo material, del cerebro, y más concretamente, es el reflejo, más o menos deformado, en ese mismo cerebro de la realidad exterior.
Stalin explicaba del materialismo que: parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarían de revelar y de dar a conocer7.
El materialismo anterior a Marx era, pese a todo, unilateral, mecanicista y, por tanto, anticientífico. Para este materialismo primitivo el movimiento se reducía al movimiento mecánico, dando la espalda a todos los avances científicos del siglo XIX. En consecuencia, este viejo materialismo no tenía un carácter dialéctico, no concebía la realidad como procesos en desarrollo relacionados con todo lo que les rodea, sino como compartimentos estanco, como objetos fijos y acabados. De ahí que, para él, existiera una especie de «esencia humana» que no era producto de las relaciones sociales determinadas de un momento histórico, sino que era inmutable e igual para todos y en todos los tiempos. Por eso, el materialismo pre-marxista se limitaba a interpretar el mundo, no a transformarlo: porque no entendía la importancia de la acción práctica. En palabras de Marx, «los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.8»
Hemos dicho que las ideas son producto y reflejo, más o menos deformado, de la materia. Pero eso no significa que las ideas no influyan el desarrollo de la sociedad humana.
Las nuevas ideas y teorías sociales surgen precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que están ya en sazón de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teorías sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a éstas contra las fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad9.
La síntesis superadora del materialismo pre-marxista y la dialéctica hegeliana permitió a ambos corregir sus errores y colocarse de lleno en el campo de la Ciencia, dando fin al desencuentro entre Filosofía y Ciencia que durante casi dos mil años, aproximadamente desde Aristóteles, se había dado. De ahí que para el marxismo-leninismo, el materialismo dialéctico sea la base de nuestra concepción del mundo, una concepción científica del mismo.
Última edición por RioLena el Sáb Mar 07, 2020 8:12 pm, editado 2 veces